✧*°KOGETSU °*✧

🎐ෆ°• 3 •°ෆ🎐

El rostro no deja de arderme desde ayer…

— A ver si entendí… no hay nada entre ustedes, ¿Pero aún así se apoyan como si fueran pareja?

Asentí frunciendo los labios junto a mis cejas, ya me duele la frente.

— Eres todo un caso, Kuroma —To-kun palmeó mi espalda. Por lo inesperado de su acción –o bien, lo sensible que yo estaba– pegué un brinquito, soltando un chillido—. Hey, hey, calmado, estás sacando humo por la cabeza…
— Es por culpa de Todoroki-san… —balbuceé, ladeando el cuello para recibir de mejor manera el aire que me echaba con una libreta. Preferiría que el bicolor me acariciara con su mano derecha, pero es lo que hay y se agradece.
— Te arrugarás como una pasa —presionó su dedo índice contra mi entrecejo. Hice un mohín—. Ya, no es para tanto.
— ¿¡No es para tanto!? ¡Eso bien pudo haberse tomado como una declaración indirecta! —exclamé levantando los brazos, parándome frente al castaño—. “Me siento solo cuando no estás, Kuroma”  ¿¡Tienes una idea de lo sensible que es mi corazón!? ¡Ese chico me confunde demasiado!
— Espera, ¿Eso fue una imitación de Todoroki?
— ¡Sí!
— Debes de mejorar tus dotes de actuación.
— ¡Presta atención a lo importante, Tomo-kun! —reclamé golpeando su pecho un par de veces.
— Como digas, Kuroma. —me palmeó la cabeza un par de veces. Atiné a rendirme, afianzado de las correas de mi mochila, caminé lo suficiente para alejarme un par de metros.

Fingiendo indignación, moví mi cabello de un lado a otro con un pequeño “hump” de por medio, con la frente en alto escuché a lo lejos las quejas del castaño por haberlo dejado. Empecé a trotar en un intento por no reír a media huída.
Era mi pequeña venganza.

— ¿Dónde se habrá metido Kirishima-kun? —murmuré al aire, con un dedo sobre mis labios.

Anoche en cuanto llegué a casa empecé a mensajear con Tomo-kun para distraerme de las quejas de mamá por mi actitud a la hora de la cena, sin embargo, cuando quise hacer lo mismo con el azabache no respondía mis correos ni mensajes, intenté llamarlo un par de veces pero la contestadora resonó las primeras tres veces, después, que estaba fuera de servicio. Durante las clases no me prestó atención alguna y apenas terminar la jornada salió corriendo sin decir palabra.
Ha estado muy raro, ni To-kun sabe qué le pasa. Al menos me dijo que cruzaron algunas palabras cuando entregó su maltratada hoja con las preferencias para continuar sus estudios, estaba más que sorprendido de ver que su sermón de ayer fue efectivo.

Aún falto yo de entregar esa dichosa encuesta…

Saqué el papel de mi mochila, mirándolo en blanco, lo único que había llenado era la parte donde iba mi nombre. Arrugué un poco la hoja entre mis dedos, ya más tranquilo. Suspiré en un intento por terminar de despejar mis pensamientos.

— Yo… ¡De verdad lo lamento! Aunque estuve ahí, no pude hacer nada…

Levanté la cabeza en cuanto reconocí esa voz cargada de culpa.
Kirishima-kun estaba haciendo una reverencia frente a tres chicas justo en la entrada. Varios alumnos más se detenían murmurando al ver tal espectáculo, al poco seguían su camino.

— No tiene importancia, es normal que te asustaras —respondió una de ellas, la castaña—. Mina es la rara.

Con un ademán hizo ver que no pasaba nada, así se retiraron las tres. No pasé por alto la curiosa mirada que esa chica de esclerótica negra le dedicaba a mi amigo.
Frunció los labios y finalmente levantó la cabeza. Nada más verme en cuanto dio media vuelta pegó un brinco, poniendo sus brazos frente a su rostro a manera de defensa.
Sonreí suavemente, sujetando sus antebrazos para hacerlo bajar la guardia. To-kun finalmente me alcanzó, de pie a mi lado mientras jadeaba en un intento por recuperar el aliento. Tengo buena condición por las clases de gimnasia a las que mamá me inscribió, sumando las de natación y algunos deportes ligeros cuando niño, soy rápido.

— K-Kuroma… ¿Podemos hablar?

☆🎐☆