Flotar en el mar

364 39 36
                                    

Gonzalo sentía como el agua del mar golpeaba sus pies en la arena. Sonriendo alegremente viendo como su novio le decía que fuera hacia donde él mientras jugaba con el agua. Sentía esa felicidad al estar con su novio cuando estaban solos, podría disfrutar de los toques del menor hacia él csriñosamente. Algo que le gustaba cuando estaban acurrucados. Fue hacia donde el castaño y le lanzó un poco de agua de sus manos. Rieron jugando con el agua. Luego de unas horas estaban sentados en la arena viendo el atardecer, como el Sol se ocultaba detrás del mar junto con los colores rosa, naranja y un toque de morado pastel adornaban el hermoso cielo.

La Luna había aparecido dejando ver las blancas estrellas. Era una vista brillante que los dos podían admirar. Gonzalo miró a Andrés quien observaba el cielo, todavía sin voltear hacia él. Una vista que también podría admirar. Dió una suave sonrisa cuando se acercó al lado del menor y puso su mano encima de la contraria. Andrés al fin lo miró y embozó una sonrisa. Acercándose más al mayor.

—¿Crees qué la noche se quede así para nosotros dos?— preguntó el menor poniendo su cabeza en el hombro del mayor.

—Espero que sí— contestó Gonzalo viendo apenas al menor. Acarició su cabello color café oscuro.

—Pienso que siempre estará así, tan deslumbrante con sus estrellas— dirigió su vista al resplandeciente cielo.

—¿Sabes qué es más deslumbrante?— el menor negó con la cabeza. Gonzalo se acercó a él para besarlo tímidamente—. Nuestra relación.

—¡Mira, una estrella fugaz!— exclamó Andrés apuntando a lo sucedicho—. Pide un deseo— cerró los ojos, Gonzalo le hizo caso pidiendo su deseo, luego de unos segundos los abrió—. ¿Qué pediste?

—Tiene que ser secreto, pero es algo sobre nosotros dos. ¿Y tú? Qué pediste— dió una sonrisa, con un pequeño rubor en sus mejillas.

—No lo sé, es secreto— se encogió de hombros, Gonzalo enarcó una ceja con un rostro confuso—. Pero también es de nosotros dos— sonrió mostrando sus dientes.

...

Gonzalo se levantó de la cama rápidamente, regulando su respiración.

Vaya sueño el que tuvo.

Tocó su corazón y sintió como esté latía tan rápido. Trató de tranquilizarse de apoco respirando despacio. Y cuando volvió a respirar correctamente se sintió aliviado. Se sentó a la orilla de la cama pensado en su sueño, teniendo la vista perdida viendo sus pies descalzos. Pasó una mano por su cabello color chocolate revolviéndolo un poco. Caminó hacia la puerta del baño y se encerró ahí para bañarse. Luego se cambió y se puso su uniforme del trabajo. Fue a la concina para prepararse un poco de desayuno y lavó los platos. Saliendo así de su departamento para ir a su trabajo.

Oyó la campanita de arriba de la puerta anunciando que un cliente nuevo había venido. Gonzalo se puso su delantal color café y tomó una libreta para llegar hacia la mesa del la persona. Divisó que era el chico con el que había hablado el día anterior. Este le sonrió al verlo y pidió su orden. Gonzalo lo anotó y se fue para traerle su comida. Al paso de unos minutos puso la orden en la mesa, y cuando se iba a ir sintió como su mano fue sostenida por alguien más. Se volteó encontrándose al chico con un rostro tranquilo.

—¿Quieres... quedarte a comer conmigo?— habló algo tímido, Gonzalo le regaló una sonrisa suave.

—Tengo que trabajar— el contrario soltó la mano del mayor—. Quizás para otro día.

—Si quieres te puedo esperar.

—Salgo a las ocho ¿está bien?— el chico sonrió y asintió. Gonzalo se fue para llegar donde Carlos, quien tenía una ceja encarcada con un sonrisa—. ¿Qué?

Stay ||SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora