03 (Parte uno.)

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¿Las personas suelen haces cosas extrañas?

- Creo que esto no está funcionando. - Dijo Amalie

Tamitha fijó su mirada en ella, era difícil saber cuál de las dos estaba más cansada.

-¿No te gusta el color? - quiso saber, angustiada.

Amalie no sabía de telas, de colores, o de vestidos. Perfectamente podía confundir un rojo vino con uno carmesí. Y la rubia, que sabía de todo eso, era muy difícil de convencer.

-Amo ambos colores - Respondió simulando que no le parecían idénticos. - Pero no es eso, no avanzaremos nada si seguimos así.

Tamitha entendió a lo que se refería y se sentó en uno de los asientos que adornaban la que perfectamente podría ser la cuarta o quinta boutique que visitaban.
La empleada de la tienda que estaba atenta a lo que pidiera, entendió que tenían que pensarlo un poco más y se retiró exahusta por tantos intentos de convencer a la rubia.

Sentía pena por la pobre mujer a la que habían echo sacar y sacar vestidos y ya le estaba asustando decirle que su esfuerzo no valió la pena, porque en cualquier momento Tamitha diría que fueramos a otra tienda como hizo con las anteriores.

-Tengo una mejor idea que estar abusando de la bondad de las vendedoras.

Vió el gesto de negación en Tamy, ella no creía que abusaba de nadie
es su trabajo. Le había dicho en una ocación.

Sintió las tentadoras ganas de sentarse a su lado y quitarse los bellos tacones que adornaban sus pies.

Buscando la mejor forma de pensar decidió salir al aire fresco. Aferró su bolso a su mano izquierda y dijo "-Necesito un café. " antes de comenzar a caminar a la salida.

Rápidamente la rubia la alcanzó, en su rostro notaba tristeza y quiso hacer algo. Luego pensó en la pobre mujer de la tienda y quiso poder comprarle almenos a una de todas las que visitó. Almenos esta última no les había gritado como la anterior.

Intentó seguir el paso de su amiga que con o sin tacones, era más alta que ella. Voy a morir. Pensó sintiendo que el dolor que sus tacones causaban en sus pies terminaría matándola.

Dos tiendas más adelante había un pequeño café poco conocido que le gustaba por la forma en que la madera tallada adornaba el lugar.

Al entrar, las campanillas de la puerta sonaron llamando la atención del anciano que atendía la barra, quién las recibió con una cálida bienvenida. Tomaron un asiento cercano a la entrada completamente de cristal.

- Bien, ¿Cuál es tu idea?- Quiso saber la rubia ya instalada mientras en su teléfono, comparaba las tiendas y los vestidos que habían visitado.

Amalie puso su bolso en su regazo, sacó el sobre café que había recibido en la mañana y olvidado minutos después y lo dejó en la mesa mientras buscaba un lapicero y la pequeña libreta que siempre traía.

-¿Qué traes aquí? - preguntó la rubia.

Pusó atención en el sobre que le dió el conserje de su edificio. Había una marca en el papel que apenas notaba; un dibujo de un pétalo.

-No estoy segura, lo dejaron para mi. - Respondió y siguió en lo suyo.

Hoja y lapiz, lapiz, lapiz, y una hoja..

Encontró la pequeña libreta y el lapiz pegado a ella, buscó una hoja libre en la que anotar y comenzó a hacer una lista de lo que faltaba.
Tamitha incluso sentada le sacaba casi media cabeza, escuchó el pedido de los dos cafés y el silencio que dejó el mozo cuando fue a buscar nuestra orden.

Como helado y chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora