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   La noche era más fría de lo que Amalie pudo haber imaginado. La más fría de todo el verano. Pero no podía quejarse, ella había optado por usar su vestido de noche y tampoco tenía ganas de quejarse, al contrario, Victor había resultado ser más gracioso e interesante de lo que creyó.
Según lo que le había contado vivió en Londres con su familia cuando era pequeño, cuando creció tuvo que alejarse para ir a la universidad, pasó los últimos meses de voluntario en Marruecos y volvió hace unos días al funeral de su abuela; la mujer que lo crió.

   Amalie estaba fascinada con cada cosa que le contaba. Ni siquiera estaba pendiente de la hora como solía hacer, la vocecita de su cabeza que planificaba hasta sus horas de sueño se había apagado desde que llegaron al pequeño restaurant - uno que habían escogido al azar- y parecía a gusto con la situación.

—¿y tienes hermanos?

   La pregunta interrumpió las risas de Victor. Amalie dejó de reir también para fijar su atención en él, este sonrió sin mostrar sus oyuelos. ¿Podría acostumbrarse a ver esos oyuelos adornando su rostro más a menudo..?

—Uno. ¿Y tú?— Respondió.

—Solo tengo a Tamitha. ¿Cómo es tu hermano?

    Victor lo pienso un instante, como si no recordará cómo era.

—Es de lo peor — Dijo. Tomó un sorbo de su vino y al ver la mirada confundida de Amalie buscó una mejor respuesta.

—Verás, es un caso muy peculiar. No es el tipo de persona con la que quisieras relacionarte. Mi madre tuvo una clase de aventura con otro hombre, la última vez que la vi no tuve oportunidad de preguntarle.

—Dijiste que no conociste a tu madre. — Comentó Amalie llevándose una cucharada de puré a la boca.

》Sabroso ... Pensó mientras cortaba el bistec con la boca echa agua.

—No la recuerdo — Se corrigió— Mi abuela me dijo que la vi una vez cuando aún era muy pequeño, como no la reconocí no tuve oportunidad de preguntarle.

—¿Entonces son hermanastros?

—No, es mi medio hermano.

—Eso mismo — Dijo Amalie señalándolo con el tenedor y su boca llena de comida.

    Victor hizo una mueca ¿Pensará qué tengo malos modales? Amalie río en su mente y eso que estoy comportándome como toda una dama.

—¿Qué hay de ti? — Preguntó esta vez Victor. — ¿Cómo es organizar tu propia boda?

   Amalie se atoró con el todo de carne que había en su boca, rápidamente llevó una servilleta a esta y comenzó a tocer con dificultad.

   Había olvidado por completo que él seguía creyendo que la boda era suya.

—Tu novio debe confiar mucho en ti ¿por qué no viven juntos?

    Amalie tomo aire al fin y comenzó a respirar con normalidad. Comenzaría a cortar los trozos de carne más pequeños desde ahora.

Como helado y chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora