06

3 1 0
                                    


Menta y piña


— ¿Dices que fueron juntos? — Preguntó Tamitha.

   La rubia acababa de oír el relato de Amalie explicándole su aventura con el pastel de bodas. Obviamente, la castaña había omitido detalles como el echo que en un principio lo juzgó como un potencial secuestrador o el momento en que la ayudó a cruzar la calle "cual niña pequeña..."

   — Eso dije. ¿Puedes creer que creyó que yo era la novia?

— ¿Y aún así se ofreció a acompañarte? — Amalie asintió — Dios, este hombre si es valiente.

   Tamitha río dejándose llevar por sus pensamientos, imaginando una escena en la que Víctor insistía en acompañar a su amiga.
   Amalie, por el contrario, dudaba si fue buena idea el haberle contado a su amiga.

   Amalie se estiró sobre su sofá, llevaba días sin tomarse un merecido descanso. Pero quería asegurarse de que todo saliera perfecto. Acomodó sobre su regazo el pote de helado que compartía con su amiga y comenzó a engullirlo antes de quedarse sin nada. Como era de esperarse Tamitha no se quedó atras y se apiñó encima de ella para poder comer más.

  Amalie rió, no quería afmitirlo pero le había divertido mucho la tarde que pasó con Víctor el día anterior.

—¿Cómo les fue en la prueba de vestuario? — Preguntó Amalie.

   Si no recordaba mal, el día anterior Tamitha y su hermana Zara fueron a que la última hiciera la penúltima prueba de vestuario. De haberle avisado antes Amalie pudo haberlas acompañado ¡Que emocionante habría sido! Pensó Amalie.

—Bien. — Respondió Tamitha.

—¿Solo bien?.

   Amalie la observó indignada. Tamitha no mostraba demasiado entusiasmo por el matrimonio de su hermana. Tampoco había visto mucho a Zara y se supone que debía trabajar con ella, pero Tamitha se estaba encargando de la boda..

—Le agregarán un bordado hermoso que Zara insistió en el último minuto.

—¿A último minuto? ¿No aumenta eso el valor? — Quiso saber Amalie.

   La rubia asintió mientras se llenaba la boca de helado de menta.

—Solo un poco, el novio quedó de pagar cualquier suma con tal de que Zara tuviera la boda que quisiera ¿No es romántico?

   ¿Romanticismo o demencia? Quiso preguntar Amalie.

—No recuerdo mucho al novio.

—Apostaría a que si lo vieras por la calle no lo sabrías hasta que te dijeran su nombre.

   Ante el silencio repentino de la castaña, Tamitha supo que tenía razón y más que eso. Tapó su boca para evitar se le cayera el helado y acto seguido comenzó a reír. Amalie la observó asustada sin saber si estaba bien o debía internarla en un manicomio.

—¡Eres asquerosa! —La regañó viendo como sobresalía la mezcla de helado de menta y piña de su boca hasta llegar a su mentón.

—No puedo creer que hayas olvidado su nombre. — La acusó Tamitha.

Amalie observó cómo la pantalla de su teléfono se iluminaba.

—No se de que me hablas.

—A puesto que no olvidarías el del tipo ese de las flores ¿Cómo se llamaba?— Preguntó Tamitha esperando que lo nombrara. Tenía una sonrisa en su rostro mientras intentaba limpiar el resto de helado de su boca y mentón.

Como helado y chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora