Como helado y chocolate

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Capítulo 1; Primer encuentro

¿Cómo saber cuándo la vida amorosa de una chica apenas da inicio?

Darse cuenta que ya no le interesa jugar con muñecas es un buen inicio, pero no. Una se está adentrado a la vida amorosa cuando comienza a buscar potenciales novios. Pero aún así falta mucho por recorrer, demasiado, lo suficiente para entender que tu cantante o actor favoritos jamás cruzarán el país para conocerte, enamorarse y vivir juntos por siempre... "

  Amalie no terminó de leer el artículo, el tema no era de sus preferidos. Se fijó en la hora y luego puso su vista en su amiga. La rubia esperaba su respuensa, ansiosa.

Que tarde es.. La idea de quedarse un rato más sonaba muy atractiva cuando lo que tenía que hacer era trabajar.

—  Tal vez debas buscar otro sentido para tu blog, Tamy —  Dijo tratando de decirlo de la forma más amable posible.

  Aún así la reacción de la rubia no fue muy positiva. La rubia, que había estado esperando otra respuesta, se levantó de su cama para analizar lo escrito en la laptop.

— No puedo creer que también tu pienses que es una pérdida de tiempo.

¿También? ¿lo consideraba ella una pérdida de tiempo?

Las manos de Tamitha soltaron la trenza que estaba apenas intentando y, al no atarla con nada, los rubios cabellos quedaron sueltos deshaciendo cualquier intento de peinado.

  Amalie dejó la computadora, ya era tarde,  comenzó a meter sus cosas en su mochila; maquillaje, cepillo y la bolsa en la que venían las flores que adornaban su cabello.
Sabía perfectamente lo dramática que su amiga podía llegar a ser a veces y hoy no sería el centro de ese drama. Aún así no pudo evitar defenderse.

— No e dicho eso — dijo — Me refería a que, en mi opinión, puede que sea un poco exagerado. No es mi tema favorito, quizas debas intentarlo y ya, después de repararlo.

  Tal vez lo que hizo fue expresarse mal desde un principio o simplemente pudo decirlo de otra forma pero en ese instante su amiga se alteró.  Su mirada fue como si acababa de decirle lo último en el mundo que podía haber sido dicho. Se puso en pie y soltó un suspiro intentando calmarse.

— ¿Repararlo? — Preguntó ella simulando indignación.
  Amalie le señaló las faltas ortográficas en la pantalla.

》 ¿Me estás diciendo que no sueñas con que un hombre millonario toque tu puerta?

Amalie evitó reír. Su amiga recurría a cosas muy fuera de lugares en ocaciones.

¡Madre mía! Quiso decir. De todas las personas en el mundo había elegido a una amiga dramática y loca.

— La única razón por la que un millonario tocaría a mi puerta sería por temas de dinero — explicó — y no tengo interés en deberle a ningún banquero o algo parecido.

  Se imaginó a un hombre de traje, viejo y gordo bajando de una limusina, escoltado por dos hombres y que uno de ellos golpee a su puerta.

Un hombre así no golpearía puertas teniendo quién lo haga por el.

  La sola idea de pensar en las palabras dinero y deuda en la misma oración la aterrorizó, mostró una mueca que daba más gracia que mostrar su desagrado.

— ¡Por Dios, amiga! — exclamó la rubia. — En otra vida debiste de ser monja

¿por no creer en hombres ricos? No le parecía razón suficiente para unirse a algo en lo que tampoco creía.