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Amalie, Amalie...

—Por favor, Amalie.

   Víctor llamó a la puerta una vez más, esperanzado, esperando que Amalie la abriera y fuera con él al lindo restaurante que había reservado para ambos.

—¡Amalie! — Llamó.

   En los últimos tres minutos habia oído pasos alejándose de la puerta por lo que creyó debía intentar con más fuerza.

—¿Qué te impide salir conmigo?

— ¿Por qué quieres salir conmigo? ¿No tienes amigos?

—Auch. — dijo Víctor y río. —Amalie hazme un favor y abre la puerta.

   La castaña lo hizo. Abrió un poco y luego se asomó por ella hasta que Víctor pudo ver su rostro. Estaba nerviosa y sonreía de igual forma. Frustrada, volvió a morder su labio evitando decir algo tonto.

— Dame una buena razón para no salir contigo.— Pidió Víctor.

— Dame una muy buena para salir contigo. — Dijo ella.

   Y Víctor tenía la respuesta. La misma que lo había impulsado a conseguir su número y a hacerle esa llamada.

— ¿Por qué no? — Dijo. —No hay nada que perder.

   Amalie negó con la cabeza. Y antes de que pudiera cerrar la puerta Víctor la detuvo colocando su pie en medio.

— ¡Amalie, por favor! — Gritó. — Comenzaré a gritar hasta que salga todo el mundo.— Amenazó.


  No hubo duda alguna en su voz e incluso sonrió, listo para gritar. Amalie lo miró negando con la cabeza, de seguro pensando que no se atrevería y se atrevió.

— ¡Por favor, ayuda! —Gritó Víctor— ¡Alguien convenza a esta bella mujer a salir conmigo!

—¡Dios, Amalie! ¡Amalie!—Gritaba divirtiéndose con la situación.

   Amalie lo miró histérica.
》Ya basta — Le había pedido. Pero el seguía gritando y tres vecinos se asomaron a ver.

— ¡Ya detente!

   Y en el descuido en que retrocedió, Víctor se metió al departamento cerrando la puerta detrás de él, quedando frente a la castaña a centímetros de su cuerpo. Quedaron tan cerca que Amalie tuvo que retroceder, con torpeza mientras procesaba su acción. Amalie lo miró sorprendida, con los labios entre abiertos y los ojos fijamente en los suyos.

—No me moveré de aquí hasta que cenes conmigo. Y no me importará pasar tres días en la entrada de tu casa. — Amenazó.

   Quiso darle diversión al asunto con su último comentario, pero lo dijo tan serio y de manera tan firme que incluso se imaginó buscando una posición cómoda para dormir apoyado en la puerta.
Amalie comenzó a balbucear. Víctor lo consideró tierno de su parte y ella hasta que respiró hondo. Se tomó sus segundos y habló al fin;

—Me esperarás aquí y no te moverás.

   ¿Significaba eso un "si"? Quiso saber Víctor. Pero no quería que se lo cuestionara y cambiara de opinión por lo que asintió con su cabeza.
   Lo siguiente que vió fue cómo la castaña se perdía en una habitación al final del pasillo.


















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Si has llegado hasta aquí te agradezco mucho que le dieras una oportunidad a esta novela 💞

Como helado y chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora