Sin respuestas

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Lluvia, es era el clima de ese día...un día que ellos nunca van a olvidar, bueno, nadie los culpa…¿Quien no estaría así en el funeral de sus padres? Las palabras del sacerdote no fueron escuchadas por ningún de los presentes, quienes algunos se oí unos llantos, de otros solo se venían las lágrimas.

Quien más resaltaba era un chico de quince años, su cabello estaba alborotado y era un extraño color Burdeo, pero en las puntas parecía un carmesí bastante intenso. Mientras sus ojos eran de un bello color escarlata, pero con ciertos detalles negros.

A su lado, estaba un hombre muy parecido a él, pero este parecía ser mucho más viejo, de tener su misma edad, cualquiera pensarían que son gemelos. Pero se notaba que los dos eran abuelo y nieto por esas similitudes entre los dos. Aquel anciano podría tener entre setenta y uno a setenta dos años.

—Chicos, lamento mucho molestar en el funeral, pero debemos iré a casa, tengo que iré a firmar para yo ser la persona que los cuide a partir de ahora —aún con esas palabras, ninguno de ellos paraba la tristeza que sus rostros tenían.

—Hagamos lo que dice el abuelo —el joven a su lado hablo de una vez, pero se notaba el dolor en esa masculina voz. Todos voltearon sus cabezas hacia él.

—Es cierto, además que si nos quedamos por más tiempo nos podríamos enfermar —hablo una joven de cabellera negra hasta las puntas, que eran de un suave color naranja. Sus ojos eran violetas que tenía un cierto negro en ellos.

—Esta bien, pero un rato más aquí no sería malo a ninguno —esta vez fue un chico de vello que estaba por atrás y era puntiagudo, tenía algunas partes dónde se podía ver un rojo escarlata, tanto como el chico de antes.

Ninguno de los presentes se opuso a esas palabras, una de las figuras más pequeño aún se encontraba llorando, pero de manera silenciosa, dado que no quiera hacer una falta de respeto a sus padres. Era una joven que no aparentaba tener mas de doce años de edad.

—"Mamá, papá, los voy a extrañara mucho" —mientras dejaba que las lágrimas que salían de sus ojos fluyeran con naturalidad.

De repente esa joven abrió los ojos de manera súbita, al parecer era solo uno recuerdo que se quería convertí en una pesadilla. Aunque no se despertó de la mejor manera.

—"Mierda, tuve otra vez ese recuerdo" —ella escucho unos ronquidos que provenía de otra cama que había en su habitación— "vaya que hasta dormido sabe cómo joder el sueño de otros" —molesta y decidida, decidió irse a buscar un vaso de agua para su seca garganta. Y luego vería que iba hacer.

Mientras que baja hacia la cocina de su casa, juro que vio dos sombras que habían de que estaban allá. Pero se despreocúpo debido a que reconoció a quienes les pertenecía.

—Ten cuidado, que no queremos que ella despierte —se escucho desde las escaleras, era una voz un bastante infantil y enojona. Pero se notaba que quería ser oída por la persona que también estaba ahí.

—Lo siento, ¿pero por que justo ahora tenemos que ponerla aquí? —ahora la mismo era un poco más infantil y también mas tranquila. Seguramente por no querer ser perceptiva.

La chica se quería reírse de manera fuerte, pero la noche se lo impedía, aunque sabía muy bien cuál era ese día en el estaba.

Por lo que volvió a su habitación, su plan de ir a por agua se le arruinó de forma alegre y divertida. Aunque escuchar los ronquidos del chico le hacía muy molesto, tuvo que soportar hasta finalmente volver a dormir a su cómoda cama.

Una familia fuera de lo normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora