2-Licuado de arándanos.

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— ¡Coral es hora de levantarse! — Me sobresalto y caigo de pecho contra el frío piso.

— Auuh — me quejo. Trato de levantarme, pero no lo consigo — Má, recuerda que ayer me lastime la rodilla.

— Perdón, se me había olvidado — Me ayuda a levantarme.

Me recuerda que el desayuno está listo y sale de mi habitación. La incomodidad que siento al caminar es regular, mi pierna cojea. Me baño como puedo, me quito la banda desinfecto con alcohol y coloco una curita.

Me pongo un jean arriba de la rodilla, unos vanz, una camiseta blanca y me miró en el espejo, todo bien menos mi cabello, parece un nido de pájaros, lo tomo todo y me hago un moño alto, pero desgreñado, ni siquiera tengo ganas de pasarle un cepillo.

Tomo mi mochila pequeña, ya que mis cuadernos y libros están en mi casillero. Entró el viejo cuaderno de anoche además de algunos lápices y bolígrafos. Camino lo más normal que puedo y tomo asiento en la mesa junto a mis padres.

— ¿Cómo está tu pierna? — Pregunta mi madre dándole un sorbo a su café mientras revisa su teléfono.

La fulminó con la mirada.

— Si "alguien" no hubiese entrado a mi habitación con un megáfono haciéndome caer de pecho, estaría mejor — Sonrío sarcástica.

— Ya te pedí perdón Coral — Dijo mirándome confundida.

Asiento con una mueca.

Ella me sonrió y luego volvió a leer algo en su teléfono.

— Hija, tenemos que irnos — Mi padre se levanta y yo hago lo mismo intentando ignorar el dolor.

Subimos a su coche, busco el teléfono en mi bolsillo para escuchar un poco de música, pero recuerdo que mis padres lo tienen. Minutos después llegó a la preparatoria. Mi papá estaciona el auto, antes de bajar le doy un beso en la mejilla, el me tiende el teléfono y sonríe, el me dice algo y yo solo asiento, me despido de el y espero a que se vaya.

Mis primeras clases ya terminaron. Ahora me encuentro de camino a la cafeteria, pero en el camino antes de llegar dejo algunos libros en mi casillero. Compro lo de siempre, la señora detrás de la vitrina me entrega una bolsa y el licuado, busco con la mirada una mesa.

— Hasta que te encuentro Coral — Vianca se cruza de brazos, ella es mi amiga desde hace un año, creó. La chica más popular de la preparatoria, es pelinegra con ojos marrones, cuerpo bien formado y es alta. Por alguna razón que desconozco, me comenzó a hablar, luego paso a invitarme a salir, cosa que muchísimas veces e rechazado y seguiré haciéndolo.

— Vianca ¿Cómo estás? — la pelinegra levanta una ceja.

— Estoy súper, pero veo que tú no, te vi desde la entrada y estabas cojeando, además ¿Por qué no me respondiste el teléfono? Te llamé miles de veces — Busco el celular en mis bolsillos y lo reviso.

10 llamadas y 5 mensajes de Vianca.

— Ah, cierto no te conté — Ella junta sus cejas en confusión.

— ¿Qué no me has contaste? — No puedo más me duelo un cañón el pie, me siento en la mesa más cercana y afortunadamente no hay nadie.

— Estoy castigada, sin móvil, sin laptop, sin nada que tenga que ver con algo electrónico, no puedo salir solo venir a clases y te preguntarás ¿Por qué tengo el teléfono ahora? pues sencillo, mi madre se lo entrego a mi padre para que el me lo diera por si surge alguna emergencia — Veo su cara sería, pero antes de que diga algo su novio el chico más guapo de la preparatoria y jugador de fútbol Sael se acerca a nosotras. El es rubio de ojos azules (si un puto cliché) pero bueno sigo mi descripción, es alto pero no tanto, su cuerpo está trabajado debido al deporte, tengo que admitirlo es guapo pero no es mi tipo.

Siempre Lo SupeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora