Capítulo O1: La Apuesta

290 28 2
                                    

Terminó de colocarse el uniforme, calzó sus pantuflas y bajó las escaleras. Tomó la taza de leche caliente que descansaba en la cocina y se dirigió a la sala.

Un piano negro lustre aguardaba por él. Se sentó, enderezó su columna y colocó sus dedos sobre las teclas. Una melodía dulce, exquisita, comenzó a invadir el silencioso lugar. El muchacho de cabellos apenas anaranjados, cerró sus ojos entregándose a aquella belleza de la cual sus suaves dedos eran autor.

Las pisadas de una mujer bajando las escaleras lo hizo detener su interpretación.

—Buenos días —saludó.

—Buenos días mamá —correspondió bebiendo un trago de su café con leche.

—¿Te sientes mejor? —interrogó, pasando su mano por el pecho ajeno. El joven tenía problemas en sus pulmones desde pequeño, y hace poco, había tenido una fuerte recaída.

—Si —asintió.

—Se te hará tarde para la escuela —sonrió acariciando suavemente su espalda—. Es el último día de clases, intenta llegar a tiempo, Jiminie —se burló.

El chico correspondió con un puchero. Aquella bella y delicada mujer podía ser insoportable a veces, pero para su suerte, su madre siempre había sido su fiel compañera.

—¿Jihyun ya se fue? —preguntó por su hermano.

—Sí, tenía que terminar un trabajo con Geumjae, por lo que salieron temprano.

—Siempre tarea de último momento —chasqueó sonriendo.

—¿Por qué no vas a la escuela con Yoongi?

Jimin solo le dedicó una mirada de odio a su madre y tomó su mochila, ubicada a un costado; con disgusto.

—No gracias, prefiero morir en el camino.

Su madre solo pudo negar con la cabeza en una sonrisa de resignación.



Salió de su casa, y como si hubiera sido invocado por su madre, Yoongi venia caminando por el centro de la calle con sus dos amigos. Yoongi siempre estaba rodeado de amigos. No entendía bien la razón de porque desearan juntarse con alguien así, pero su aspecto vagamente sensual emanaba una fragancia irresistible para cualquier ser humano.

—Jimin —llamó aquella exasperable voz ronca que tanto detestaba.

—¿Qué? —preguntó seco.

—Mamá envió esto para YeonMi-ssi —exclamó extendiéndole una revista de esas que su madre siempre compraba. Seguramente, se la habría prestado a la madre de Yoongi.

—Listo —su mano intentó arrebatarle la revista bruscamente, pero los largos dedos del castaño rozaron los suyos con sensualidad. Una sonrisa burlona se formó en los labios del otro, mientras Jimin solo devolvía el roce y volteaba.

Comenzó a caminar delante de aquel pequeño grupo, se acomodó los auriculares intentando ignorarlo, pero aun así podía sentir la intensa mirada de Yoongi sobre él. No iba a negar que aquello le encantaba.

Jimin ocultaba una pequeña y fina cintura bajo aquellas holgadas prendas. Su trasero siempre había sido el centro de atención para hombres y mujeres, y eso jamás había pasado desapercibido por Yoongi; quien miraba sin vergüenza aquel cuerpito caminar unos metros más adelante. Aun cuando jamás se llevaran bien, Jimin siempre había sido el más arisco de los dos, por lo que solo Yoongi se había tomado el tiempo de observar detalladamente al otro. Sonrió de lado y sigo conversando con sus amigos hasta llegar al establecimiento.




Jimin terminaba de interpretar aquella melodía que había tocado esa misma mañana en su casa. Concluyó con una sonrisa victoriosa, recibiendo los aplausos incesantes de sus compañeros.

Sentidos {YoonMin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora