Sentidos {YoonMin}

Capítulo O8: To my angel

Con los cabellos enmarañados, el pijama aun puesto y sus ojos casi cerrados, Jimin bebía otro sorbo de café. Era muy temprano en la mañana, y se encontraba con Geumjae y Jihyun desayunando, mientras veían a sus padres terminar de subir los bolsos al auto. Se irían por tres días, apenas llevaban ropa elegante para la cena.

Jimin fue a beber otro sorbo, cuando algo golpeó su nuca, dando su frente contra la taza. Kuma ladró a su lado, moviendo el rabo feliz.

—Vamos —habló Yoongi.

—Buenos días —aclaró Jimin con notorio mal humor.

Yoongi tanteó el cabello de Jimin, tirando de sus mechas enredadas, y bajó hasta su hombro, palpando la tela de pijama.

—¿Acaso no me oíste? Dije que vamos. Ve a cambiarte, quiero que me lleves a un lugar.

—¿A dónde quieres ir, hyung? —preguntó Geumjae con inocencia.

Jimin sentía sus mejillas levemente rosadas, sintiendo aquel calorcito por donde había pasado mano de Yoongi.

—Iremos a ver a halmeoni.

Jimin le miró sorprendido.

Ciertamente, hacía mucho que no veía a la abuela de Yoongi. 

Desde que eran niños y sus abuelos vivían con ellos. La abuela de Jimin falleció unos años después de que naciera Jihyun y, cuando el abuelo de Jimin murió (poco antes de que ambos entraran al último año de secundaria) los abuelos de Yoongi habían decidió regresar a su pueblo natal, un pequeño campo al este. Luego de eso el abuelo de Yoongi falleció. La única que seguía con ellos era la abuela de Yoongi, Taeyeon. Aun cuando le habían suplicado que viniese con ellos y no se quedara sola en aquella casona, la mujer insistió en que sería lo mejor.

—¿Por qué iras con halmeoni? —interrogó el pequeño Min.

—Le dije que iría a verla cuando tuviera tiempo, y ya que me dieron los días en el trabajo, puedo ir.

—Ok, ¿vamos? —comentó Jimin a los dos más chicos, quienes se disculparon diciendo que tenían clases en la universidad.

Jimin sintió la vergüenza subir a su rostro, ¿realmente debía irse con Yoongi? ¿solos? Hasta ir con Kuma sería menos incómodo.

Cuando Jimin bajó las escaleras, ya listo, Yoongi lo esperaba en la entrada con su bastón, mientras acariciaba la cabeza de Kuma.

—Oppa se irá con el idiota de Jimin por un día. Pórtate bien, mi niña —hablaba de forma mimosa.

Jimin solo hizo una mueca de disgusto con su boquita y tocó el brazo de Yoongi, quien lo enlazó al suyo para salir.

El menor abrió la puerta, guiando a Yoongi. Este, ya bastante acostumbrado, cerró su bastón y se agacho para ingresar. El más bajito colocó su mano en el borde del auto, sobre la cabeza de Yoongi, para evitar cualquier posible golpe.

El castaño se podía manejar bien solo, pero él seguía sintiéndose nervioso al cuidarlo.

El camino fue en silencio. Jimin encendió la radio, y fue una distracción bastante acertada. Por momento desviaba la vista hacia Yoongi, sentía que el más alto quizás estuviera enojado con él.

¿Por qué estaría enojado? Él no recordaba haber hecho nada malo.

Bueno, ¿desde cuándo Yoongi necesitaba una excusa para estar enojado con él?

El viaje fue de cinco horas. Ingresaron a la estancia conduciendo lentamente, evitando aplastar aquel verde y prolijo césped que decoraba el lugar. Aparcaron el auto frente a la casona, y Jimin ayudó a Yoongi a bajar.