Perfecto.
Dejó anotadas unas ideas más que no pegó, a lo mejor lo hará en un futuro. Por ahora, con estos detalles vitales, está bien.
Meses más tarde, y muchas mañanas repitiendo la misma rutina -sólo besó a Juliana una vez- la tensión comienza a acumularse en sus vidas: El trabajo es frustrante, ahora depende de ayudantes que contrataron para ella, quiénes le dicen las fórmulas del día y le recuerdan que hizo esa ecuación cuatro veces ya y solo trabaja hasta las ocho de la noche. No hasta las once.
La tiene furiosa. Livida con ella misma y con el mundo. Con todos porque nadie tiene una fórmula mágica para curarla.
Y con pánico de perderlo todo, también. La astrofísica lo es todo para ella, ¿Cómo podría vivir sin ecuaciones? Sin el espacio? ¿Sin todas las teorías del tiempo a las que les ha dedicado la vida? ¿Cómo?
No lo sabe.
Solo sabe que no es la única que sufre. Y que desconoce qué le duele más. Si el dolor o el del resto. El de Juliana.
Ella está en un estado catatónico. Tiene ojeras, respira cansancio y su sonrisa cada día se va agrietando más producto del estrés de cuidarla, lidiar con la mayoría de los quehaceres de la casa -a veces a Valentina le cuesta cocinar o coordinarse para barrer-, su propio trabajo; del que solo sabe que está escribiendo un nuevo cuento.
Siempre le dice que cuando esté listo, sabrá su contenido.
Sin embargo hay un lapsus muy bueno tiempo después. Como alegría pura el trabajo florece cómo no lo había hecho durante años y su cabeza se ha portado bien. Puede recordar muchas cosas; todo funciona maravillosamente desde el verano hasta la mitad del invierno. Hasta que de pronto, olvida el trabajo que ha hecho durante quince años. Dos semanas en dónde todo está en blanco.
Desde allí, la vida va cuesta abajo.
La frustración crece, su actitud cambia y se vuelve violenta con quiénes la rodean y quieren ayudarla. Despide a sus ayudantes y quiere trabajar sóla. "¡Yo soy capaz!" gritó al coordinador cuando le exigió explicaciones, "¡No necesito ayuda para hacer mi trabajo!".
Él la deja tranquila, se va con una mirada severa, pero no dice nada.
Valentina, en venganza, porque siente su mirada de lástima cuando cierra la puerta, destruye las sillas y las mesas del salón y se va sin decir una palabra.
Apenas llegó a casa, le gritó a Juliana por su complacencia. ¿Su falta? Decirle que no cocinara, que ella lo hacía.
-¡Todos me tratan como una dependiente! ¡Puedo hacer todo lo que quiera! ¡Sé cocinar, planchar y desarrollar las malditas ecuaciones sin ayuda de nadie! Y tú deberías irte de aquí, estoy harta que siempre me veas cómo si fuera a morir! Si tanto miedo tienes que me muera entonces ándate, lárgate y déjame en paz para buscarme a una persona que no me trate como si me fuera a romper! ¡Vete!
Y lo hizo. Juliana se encerró en el segundo cuarto de la casa y Valentina la escuchó romper en llanto, ella se quedó allí, livida en su propia razón. Aspera y terca en el orgullo.
Viven enojadas durante días.
-Juls, no quiero que sufras con esto, -le dijo cuando el arrepentimiento comienza a menguar la rabia que le corroe el alma-. Esto sigue siendo difícil para mi. Yo no quiero esto. No quiero que mi vida desaparezca y no quiero arrastrarte a esto. Siempre has sabido que tienes la puerta libre para irte. Y ahora, más que nunca, te lo reitero.
-No tengo el anillo de adorno.
Valentina no dijo nada. No hace falta.
El universo pesa sobre sus hombros esa noche y las siguientes. Y parece pesar aún más cuando intentando ordenar su vida, sin querer en el despacho mira la pizarra de corcho. En el post-it que dejó blanco, hay algo escrito.
"Te amo -Juls"
Todas las emociones van cuesta abajo.
Disculparse es difícil, no por el orgullo o el miedo. Por la gratitud. ¿Cómo una mujer como Juliana llegó a su vida? Sigue siendo increíble, una persona así iluminando la oscuridad en la que se encuentra, sin pedir nada a cambio. ¿Cómo puede disculparse sin sentirse como una idiota?
-Lo siento -murmuró en medio de la oscuridad, la piel de Juliana está tibia contra sus manos y sus labios, besos que van bajando desde su clavicula despacio, uno a uno
-Sé que esto es dificil para ti tambien, a veces.
-Lo olvidas, lo sé -ríe ella, Juliana acaricia su rostro, recorre los bordes con su pulgar hasta llegar a sus labios. Los delinea, sonríe en la oscuridad-. Esto es duro, pero nos tenemos la una a la otra. Estaremos bien.
Valentina besó su hombro, sonríe sobre su piel. Juliana se acomoda mejor y cruza las piernas sobre las de su esposa. Se siente como si el universo estuviera allí y quizás siempre ha sido así, conformado por ellas dos y nada más. Quizás, piensa Valentina, moviéndose hacia adelante, besándola con suavidad en los labios, el universo nace en cada beso.
-Te amo -Susurró, acariciando su estómago, otro beso en la punta de su nariz, bajando por el borde de su mandibula.
-Yo a ti -responde ella, sus dedos recorriéndo su espalda.
El universo brillando, naciendo para las dos.
El amor como lo único y más importante.
Pero el amor no es suficiente. El amor no la salva, de un día, no ser capaz de recordarla.
-¿Quién eres tú?
-...Soy tu esposa. Juliana. Juliana Valdés-Carvajal, desde que nos casamos y tomé tu apellido.
-¿Estoy casada?
Y el tiempo sigue pasando. Meses que corren hacia adelante quitándole suspiros de vida.
Nunca se entera que hubo un día donde no recordó a Juliana. Porque nunca se entera que comenzó a olvidar a la persona, a la que juró, conquistaría todas las estrellas del espacio en su nombre.
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-ˏˋ Otoño se desmorona ˊˎ- Lesbian
Romance(Completa) Valentina tiene que librar una lucha contra el Alzheimer, Juliana no la dejará sola en la batalla. 𝓙𝓾𝓵𝓲𝓪𝓷𝓽𝓲𝓷𝓪 𝓪𝓭𝓪𝓹𝓽𝓪𝓬𝓲𝓸𝓷 𝓒𝓻𝓮𝓭𝓲𝓽𝓸𝓼 𝓪 𝓵𝓪 𝓪𝓾𝓽𝓸𝓻𝓪 𝓸𝓻𝓲𝓰𝓲𝓷𝓪𝓵