Fin

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—¿Qué pasó con mis compañeros de trabajo? ¿Con Alan?

Hace la pregunta un sábado cualquiera, porque la necesidad de reunirse con sus compañeros le golpea de la nada. Añade en un murmullo que le gustaría hacer una reunión con ellos, como en los viejos tiempos. Quizás para cambiar de ambiente y renovarse.

—¿Qué pasó con ellos? —insiste, las palabras se sienten pesadas en su lengua.

Juliana la mira un segundo antes de desvíar la mirada. Un gesto que sabe bien, significa que busca las palabras y tonos más suaves para decirle algo sin que duela mucho.

Respira. Profundo y su pecho se comprime en expectación.

—Alan murió hace dos años. En un accidente aéreo. Fuimos a su funeral...

Le habla sobre ello, sucedió en una tarde de sol. Susurra como la esposa de Alan se desmayó en el funeral y su hijo menor preguntó en llanto y gritos el por qué estaban enterrando a su papá, que tenía trabajo que hacer y bajo la tierra no podía.

Acariciando con el pulgar las manos de Valentina arrugadas, le recuerda sobre el aroma a sal, cielo y la tristeza que cargaron durante meses, al punto de la violencia y de noches enteras frente a una tumba blanca hablando sobre las estrellas y planes sin completar.

Hay un silencio pesado cuando Juliana termina de hablar, la melancolía reflejada en sus ojos y ella se queda perdida en la nada del desconocimiento, de la crueldad de no saber qué ha sucedido el último tiempo.

Una pregunta cuelga en el aire, en medio de las palabras no dichas y le toma balbuceos enormemente largos, poder formularla:

—¿Qué ha pasado con mi vida los últimos años?

Juliana le sonrie y toma su mano nuevamente, su pulgar acariciando su palma con un amor que se antoja infinito y que si supiera realmente lo que está ocurriendo, daría lo que fuera por recordar lo fuerte que ese amor es para ambas.

—Déjame contarte un cuento sobre las estrellas, mi amada Val...

Ella, efectivamente, le cuenta un cuento.

Valentina ya no lo recuerda, pero hace unos años Juliana estuvo trabajando en un cuento durante muchisimo tiempo. Un cuento, que por lo que le menciona, mientras besa las palmas de sus manos, ha tenido más éxito del que incluso ella había esperado.

Con esa maravillosa voz que tiene recuerdos de la juventud impregnados en cada sílaba, cuenta sobre una astrofisica maravillosa, que soñaba con viajar a las estrellas y conquistar todo el universo, que trabajaba con números para descubrir sus secretos y que le dijo un día, a una pequeña artista, que tenía los ojos más nebulosos del mundo entero. La imagina, imagina las imágenes de ese cuento, cuando habla sobre los años universitarios, sobre el trabajo que Valentina conseguió, las personas a las que enseñó y cómo la vida estaba rodeada de estrellas brillantes hasta que aparecieron los agujeros negros.

—Ellos robaban las estrellas de esa astrofísica, robaban los recuerdos que tenía de la vida y la dejaban vacia a pesar que su esposa artista, que la amaba como a nadie, hacía lo posible por querer salvarla...

Narra sobre tiempos oscuros, donde la astrofisica hacia cosas extrañas y cómo quería estar sola para no molestar a nadie, especialmente cuando perdió su trabajo por no ser capaz de pensar en más fórmulas ni perseguir estrellas; pero que su artista se quedó con ella hasta el final de los tiempos.

La castaña cierra los ojos, escuchándola narrar lo que parece ser el final de ese hermoso cuento que le llena de una sensación mezclada de paz y angustia; Juliana dice que su amor fue tan grande, que ambas se amaron tanto, que el universo las convirtió en estrellas, para que vivieran para siempre, para que se tuvieran a ambas por toda la eternidad en el cielo oscuro, donde siempre habían pertenecido.

—Y ambas están en el cielo ahora, brillando para darle esperanzas a todas las personas que se aman. Brillando para recordarles al mundo que no importa lo oscuro de los agujeros negros, si alguien te ama, nunca te dejará ir; porque siempre estará para recordarte lo que has olvidado.

Valentina no lo recuerda, horas después no recuerda la maravilla que Juliana le ha contado y no es capaz de
explicarse porqué hay rastros de lágrimas en sus mejillas y su corazón duele tanto, dejando su pecho con aroma a cenizas. No recuerda que esa historia es de ambas, que narra el dolor de vivir sin recuerdos, de estar atrapada en la bruma oscura de los rincones del universo. No lo recuerda, pero Juliana dice que está bien, que ella le seguirá contando esa historia todos los días de su vida hasta que la recuerde.

—Te amo, Val. No lo olvides. No me olvides —dice Juliana, arrodillándose en el piso, apoyando su cabeza en las rodillas de la castaña, quien le acaricia el cabello oscuro y se percata que se está tornando blanco de canas—. No tenemos mucho qué hacer ahora, esto es dificil, pero aún nos queda mucho tiempo para seguir adelante. Tenemos mucho qué vivir y muchas estrellas que explorar. ¿Recuerdas?

La ojiazul dice que sí, no completamente segura, se inclina para besar su frente. Ella sonríe.


    -ˏˋ Otoño se desmorona ˊˎ- LesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora