Capítulo 4

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Mi sueño es interrumpido por unos toques insistentes y fuertes. Mis ojos pesan tanto, que siento que están endurecidos. Podía sentir la garganta a piel viva y como dolía horrores.

-Lady Cavendish, por favor abra, lleva mas de 10 horas ahí dentro -la voz Charles me despierta del todo.

Levantándome de la cama, caigo en cuenta de que esta no es mi habitación y los recuerdos de la noche anterior me golpean de lleno.

Aaron

Aaron y una chica, en mi cama.

Desnudos.

Los ojos me traicionan, llenándose de lágrimas y siento un sollozo creciente en mi pecho, listo para ser liberado. Me había sentido tan asqueada, tan traicionada ayer, que ahora ya despierta me doy cuenta que estaba destruida y lastimada. Aaron sabe lo importante que es mi espacio, mis cosas. En esa habitación había pasado los mejores años de mi vida con mi madre, cuando estaba todavía conmigo, y aun así decidido entrar y ensuciarlo de esa manera. Me dolía que estuviera con una chica, quien quiera que sea y donde sea, pero haberla llevado a mi cuarto, había sido peor que mil desilusiones juntas.

-Lady Cavendish -Charles pronuncia -. No me haga llamar al cerrajero, por favor.

Quiero reír, porque él era el único que se preocupaba por mi en esta casa, pero sentía mis ánimos tan cansados y hartos que no podía expresar nada.

-Estoy bien, Charles. Necesito que me hagas un favor -lo tranquilizo acercándome a la puerta.

-Mi lady, salga, tiene que comer y tomar sus medicinas.

Bufo, no necesitaba mas esas cosas y creo que llego el momento de decírselo a Phoebe. Tomaba antidepresivos algunas veces, Phoebe había diagnosticado que estaba deprimida hace un mes, pero ya no me sentía triste, solo cansada.

-No -contesto firme -. Por favor quiero que Victoria me prepare la valija pequeña con ropa, iré a pasar la semana a la casa de mis abuelos.

El silencio es tirante, tanto que creo que él se ha ido a llamar al cerrajero. Estoy a punto de abrir la puerta cuando por fin habla.

-Muy bien, mi lady.

-Y por favor, que los sirvientes muevan todas mis cosas al antiguo estudio de mi madre. Pueden usar mi habitación para poner las cosas.

-Mi lady... su padre regresa en la tarde ¿no estará para poder recibirlo?

Cierro los ojos, apoyándome contra la puerta. Mi padre, después de 3 meses, volvía a casa. Los sentimientos encontrados comienzan a salir a flote. Por supuesto que extrañaba a mi padre, lo amaba con fiereza, pero todo ha cambiado tan drásticamente, él cambio drásticamente conmigo. No solía abrazarme, ni mirarme si quiera, como antes. Estaba tan triste cuando de él se trataba, que prefería no verlo y ver que sufría porque yo estaba a su lado.

-No. Por favor, ve a hacer lo que te he dicho.

-Como ordene, mi lady. Le dejo su desayuno aquí fuera. Por favor, coma.

-Lo hare, gracias -sonrío por mas que él no pueda verme.

Espero a que sus pasos no se escuchen y abro la puerta. En la bandeja de plata, además de mi desayuno, están mi celular, artículos de limpieza personal, ropa limpia y mis anteojos. Sonrió más aliviada y una vez que tengo todo en mis manos, entro a la habitación. Las tortitas de avena con sirope de María, la cocinera, eran las mejores, estaban acompañadas con huevos y beicon y jugo de naranja exprimido en una copa de vidrio.

Mientras como, reviso mi teléfono y me coloco mis anteojos porque la vista ya comienza a dolerme, Jayden escribió, pidiendo que le avise si ya había llegado a casa y como me encontraba. Hago una mueca y lo tranquilizo. Mila también escribió, mandando una foto de su café de todos los días y de fondo una computadora y miles de papeles.

Todas las veces que nunca me amasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora