Capítulo 27

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Me había levantado antes que él, por supuesto. Quería darme una ducha, y tomar algo para el dolor de cabeza. Había amanecido bien, para mi sorpresa, no me dolía mucho la cabeza, solo era incómodo. Me había secado el pelo y puesto otra vez el piyama. Cuando salgo, Aaron se despierta.

Sus ojos seguían algo rojos todavía y me acerco cautelosa hasta la cama.

—Hola —trato de sonreírle —¿quieres bajar a desayunar primero?

—Preferiría irnos —se aclara la garganta —. De verdad quiero verla.

—De acuerdo, deja que me cambie. Puedes usar el baño.

—Gracias, Tess.

Me voy a cambiarme para dejarlo tranquilo. Sabía que el clima estaba algo horrible, así que elijo unos jeans claros algo anchos de pierna y un sweater negro de brillitos. Me pongo un gorrito de lana gris, limpio mis anteojos, me pongo perfume y antes de salir tomo mi abrigo de peluche color crema. Aaron sigue en el baño así que mientras lo espero hago la cama y contesto algunos mensajes, Cassi escribió en el grupo y mando una foto de sus cosas dentro de cajas. Ella se iba a mudar a Alaska con su padre dentro de poco, era un alivio porque no tenía muy buena relación con su madre.

Otelo gruñe cuando Aaron sale del baño.

—Calma, fiera —le digo en broma, mientras lo beso en la cabeza.

—Sigo sin comprender como se olvidó de mi tan rápido.

—Era cachorro aún —me encojo de hombros —¿Estas listo?  Charles debe estar por subir para avisarme que el desayuno está listo.

—Si —contesta —. Vámonos de aquí.

Besando la cabeza de Otelo por última vez, ambos salimos de mi habitación. En vez de salir por la puerta, decidimos salir por la ventana que da a mi antiguo cuarto. Trato de ignorar el sentimiento de asco al recordar que fue lo que encontré la última vez que estaba aquí. No soy la única que nota el ambiente cargado de incomodidad. Aaron me mira con vergüenza en sus ojos.

—Tess… yo

—Debemos apurarnos, Charles se escucha por el pasillo —lo interrumpo, para que no trate de decir ninguna excusa barata. Nada podía justificar lo que había hecho.

Aparto las cortinas del ahora estudio de mi madre y abro la ventana. Paso un pie para poder engancharlo con las enredaderas que están adheridas a la pared.

—Ten cuidado —Aaron me regaña y ruedo los ojos.

—Lo he hecho millones de veces.

Y era verdad, los 2 nos escapábamos por la ventana de mi habitación siempre, porque daba directamente a la calle y no tenía ningún puesto de vigilancia que cuidara este lado de la casa. Al bajar, ponías un pie directamente en la calle. Siempre nos escapábamos a comprar golosinas de noche o a ver las estrellas en la casa de campo.

Ya en la calle, ambos vamos hacia la parada del bus. Teníamos que ir a la terminal y luego tomar el tren. Nos sentamos luego de 10 minutos de esperar el bus, y le alcanzo un audífono para que escuche algo de música conmigo. Él me sonríe y posa su cabeza en mi hombro mientras Arctic Monkeys suena.

—Iré por un café, ¿quieres algún bizcocho? —me dice.

Habíamos llegado a la terminal, luego de ir a comprar nuestro boleto de ida y de vuelta, buscamos nuestra plataforma para no estar perdiendo el tiempo.

—Claro, quiero uno de chocolate, por favor —sonrío.

—Bien, espérame aquí —asiento con la cabeza y se pierde dentro.

Todas las veces que nunca me amasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora