XII

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— ¿Qué pasa, Mía? — dice mí amiga recostandose en mí cama. — anduviste todo el día así, ni una mirada le diste al Christopher si quiera.

— Nada, Emma. — Me acosté sobre mí cama también.

— Sabes que no me gusta que me estés ocultando cosas, ¡Soy tu mejor amiga, Mía! Cuéntame, ¿Si?

— Está bien. — tomé aire. — Cuando te fuiste al baño yo pasé por la sala de profesores, escuché ruidos raros, más bien, gemidos. Eran Chris y la secretaria.

—¿Y? — Hizo como si no tuviera importancia.

— ¿Cómo y? — Hice cara de desentendida.

— ¿En qué te afecta? Mia, sabes que no eres nada del profesor, ¿Verdad? — Tenía razón, pero aún así me dolía, porque lo que sentía por él era algo que nunca había sentido con alguien, me gustaba, y mucho.

— Si, pero no lo digo por eso, Emma. ¡Es una falta de respeto que se folle a la secretaria del colegio!

— Y también es una falta de respeto que se folle a una alumna. — Tenía razón, pero a la vez no.

— Eso es otra cosa. — Dije cambiando el color de mis mejillas por un color más rojizo. Me había sonrojado al recordar lo que había pasado ese día en ese mismo lugar, y eso era lo que más me enojaba.

— A ver, Mía, vas a ir con Christopher y le vas decir que ya no quieres seguir con las clases. — me miró a los ojos. — Te está haciendo mal todo esto. No quiero que sufras, ¿Okey?  — asentí.

— Lo voy a hacer. — Algo dentro mío me decía que lo haga, pero mí corazón y mí cabeza me decía lo contrario.

— Perfecto. Cambiando de tema, ¿Ya viste como te mira Richard? Amiga, a ese chico lo vuelves loco. Se nota que está muerto por ti.

— ¿Tú dices? — asintió y reímos juntas.

(…)

Emma se fue y yo quedé sola, pensando si decirle a Chris para vernos, claro es solo para hablar.  No quiero seguir torturandome más.

No sé qué es lo que me está pasando con él pero tampoco quiero saber, sería mejor sacarmelo de la cabeza antes de que me pasen cosas más fuertes con él y que no lo pueda controlar.

Agarré mí celular y le escribí.

¡Hola, Chris! ¿Estás desocupo? Necesito verte.

Mia Ross.

Pasaron 15 minutos y me contestó.

Mí profesor hot 🔥

Mia, ahora no puedo. Más tarde tipo 9pm, ¿Está bien?

Le contesté.

Si, vení a mí casa, por favor.

Después no me volvió a contestar. Decidí dormir una siesta, tenía mucho sueño.

(…)

Me desperté porque escuché que tocaron la puerta. Agarré mí celular para fijarme la hora.

9: 20 pm ¡Christopher! Me había quedado dormida. Me puse la bata de casa y me fui a abrir.

— ¿Te desperté? — rió mostrándome toda su dentadura perfecta y tentadora.

— Perdón. Me quedé dormida. — me hice a un lado para permitirle pasar.

Se sacó la chaqueta que traía puesto.

— Hasta con cara de recién levantada te ves sexy. — sonrió y me guiñó un ojo.

Se acercó a mí para besarme pero lo detuve.

— ¿Que ocurre? — arqueó una ceja.

— Chris, si te dije que vengas fue porque quiero hablar contigo algo muy importante.

— oh, está bien. — Dijo sentándose en un sofá. Hice la misma acción. — dime.

— Ya no quiero seguir más con las clases. — solté rápido.

— ¿Cómo así? ¿No te gusta?  — Estaba serio. Me daban ganas de comérmelo a besos. Pero tenía que controlarme.

— No es eso, claro que me gusta. Me encanta. — suspiré. — Pero ese no es el punto.

—¿Entonces? — se cruzó de brazos.

— No me siento cómoda haciendo esto. No sé. Me siento rara, me siento una prostituta.

— Pero no lo eres.

— Christopher, tu no entiendes.

— Claro que entiendo, no quieres seguir por miedo a enamorarte de mí, ¿Es eso? — bajé la mirada. — Es eso.

— ¿Por qué estás tan seguro de lo que decís es verdad?

— Por que lo sé. Lo veo un tu mirada, veo como me miras, cómo me hablas. Te entiendo, ¿Quien no se enamoraría de este profesor?

— ¡No puedo creer que seas así! Tan, ¡Creído!

— Calma, linda. Te estoy bromeando. ¿Estás segura de que quieres terminar con las clases?

— Si. Completamente segura.

— Bien, cómo tu decidas. — Se levantó del sofá y se dirigió a la puerta para irse.

— Ah, otra cosa. — se volteó a verme. — Cuando te folles a una profesora o una secretaria del colegio, trata de que no te vean. — abrió los ojos como platos. — Esta vez te vi yo, la próxima puede ser un profesor o los directores. — Se acercó a mí.

— Eso no decías cuando gemías mí nombre mientras te penetraba en el salón de profesores. — Yo no sabía que decir, me puse roja como un tomate. — ¿Qué pasa, Mia? ¿Te comieron la lengua los ratones?

— ¿Qué pasa si cuento que un profesor se cogió a una alumna? — soltó una risa.

— No puedes hacer eso. Te expulsaran a ti también.

— Buen punto. — reí. — Pero tú eres el mayor aquí. — él tiene 23 y yo 17, nos llevamos 6 años.

— No creo que seas capaz de hablar.

— Tienes razón, no voy a hablar. Pero no por ti, sino por mí.

— Bien. Nos vemos mañana en el colegio. — dijo para luego irse.

Apenas se fue rompí en llanto. No me había dado cuenta. Me había enamorado, lo quería, pero él a mí no.
Era un amor imposible.

Sex instructor (Christopher Velez y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora