Capítulo XVIII

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La frescura de la noche, todavía calaba en las húmedas ramas de esos enormes pinos que se mostraban en esa enorme ventana. Y la neblina, aquella espesa manta blanca que parecía lentamente a desvanecerse con esos tímidos rayos de sol, que se veían en el horizonte. Parecía una sabana, que escondía la más maravillosa obra de arte, que ese paisaje podía ofrecer.

Estaban cerca de Hakuba, por lo que esa hermosa hilera de montañas, se alzaba imponentemente a lo lejos, bajo el verdoso color que tenían a esta altura del año, donde la nieve todavía no llegaba a cubrirlas. El lugar en donde se encontraban era definitivamente un paraíso, una fantasía idónea salida de un hermoso cuento de hadas.

La cabaña en donde se hospedaban era inmensa, pero tenía un toque hogareño y cálido, que detonaba el trabajo de ese matrimonio de ancianos que se encargaba por lo visto de cuidar la propiedad, cuando ellos no venían. Shizuo, pudo verificar que ellos por lo generalmente no tendían a visitar ese sitio en otra estación que no sea inverno. Las fotografías que decoraban la estancia de los niños y ellos vestidos para las bajas temperaturas jugando en la nieve y la ropa que se encontraba perfectamente guardada en el armario, era una señal clara. De hecho, fue una verdadera fortuna que ellos y los niños tuvieran diversas prendas de ropas, ya listas para ser utilizadas cada uno en sus respectivas habitaciones. Izaya, se había encargado de eso, ante la rapidez con la cual tuvieron que salir del departamento.

Había pasado dos semanas, dos largas semanas en donde más allá de lo normal, Izaya no parecía actuar para nada fuera de lugar. Si, seguía con esa mierda de amar a los humanos, pero luego de eso parecía la misma pulga risueña y burlona, que lo había recibido al despertarse en el hospital.

Ese sitio, era un lugar apartado, en las montañas, en donde los padres de Izaya tenían unas hermosas cabañas, que según él, era el resultado de que una vez apostaron al negocio hostelero, pero que fracaso patéticamente. Y que si no hubiera sido por él, que había decidido apostar allí comprando ese complejo de cabañas, para que Shizuo las disfrutara. Ese lugar, actualmente se encontraría en la miseria.

Jamás hubiera pensado que Izaya tuviera tanto dinero. De hecho, en su realidad, sabía que con sus negocios de informante, ganaba lo suficiente como para costarse ese hermoso departamento que él había conocido, pero además de darse esos costosos gustos, su pulga, no parecía gastarse para nada más su dinero que si mismo.

Ese Izaya había comprado ese pedazo de paraíso, solamente para él. Había hecho material ese sueño imposible de vivir en las montañas que siempre había tenido, solo por él. Solo por el infinito amor que le tenía.

Dos semanas. Dos semanas, en donde Izaya se había encargado personalmente de cubrir con todas sus necesidades y más. Con el fin de que él simplemente disfrutara de la tranquilidad, de la paz, que disgustara lo que era tener una familia con él. Y Shizuo había disfrutado tanto. Se había regocijado de esa sensación cálida, que tanto Izaya como los niños, le daban.

Se había disgustado por completo con la idea de pasar tiempo con ellos. Disfrutando con ir a pescar, a ese arroyo cercano con los gemelos y Psyche, mientras Izaya simplemente se sentaba bajo la sombra de un árbol con Hibiya balbuceado entre sus brazos. O viviendo en el lugar de ese Shizuo, lo hermoso de ver cómo los niños tendían a jugar alrededor de la casa o en dado caso, jugaban en el enorme patio cubierto de pasto verde, con Izaya a su lado. Siempre presente, sonriéndole con calidez, con esa dulce picardía muy propia de él, mientras compartían un refresco acompañado de una charla entretenida.

La nefasta verdad era que, tuvo que venir a ese sitio, a esa realidad. Para descubrir lo mucho que ambos tenían en común. Eran tan similares, pero tan diferentes. Sin embargo, esas diferencias eran complementarias, Izaya lo entendía tan bien, lo complementaba tan perfectamente. Que no mentía al decirse a sí mismo, que posiblemente todo esto, toda esa sensación que estaba sintiendo en ese sitio, era por él.

Realidad [Shizaya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora