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Otra vez en la misma situación, nadando en aquel mar sin fondo, la única diferencia es que esta vez, ya nada me atormentaría más, ya no.

Los recuerdos dolorosos desaparecieron, aquellas imágenes que me inundaban de terror habían sido reemplazadas por personas sonriendo para mi. Su presencia volvió a hacerse presente, solo que ya no me diría nada más, simplemente se iba desvaneciendo poco a poco, mientras desaparecía, las imágenes que anteriormente me aterraban todos los días, se iban con el.

Flotando en el vacío, imágenes y recuerdos de cuando era un niño, de cuando las preocupaciones no existían en mi, cuando mi única preocupación era superarme y superar las expectativas que mi padre, el séptimo hokage tenía de mi, un gennin. Y como anteriormente, ese reflejo mío se esfumó, seguido apareciendo a mi yo actual.

Había una gran diferencia, el semblante alegre había desaparecido, esa sonrisa que mostraba todos mis dientes también se había ido, siendo opacado por un rostro que mostraba arrepentimiento y culpa en el mismo. El cambio físico era notorio, solo que la manera en que mi mente empezó a tener otra perspectiva fue lo único que jamás nadie notó.

Entonces este también desapareció como el anterior lo había hecho, apareciendo una pelinegra frente a mi. Con unos ojos tan oscuros como la noche, una mirada tan frívola que te podría congelar con solo verte. En mi caso, yo solo lograba admirar los ojos más bellos que había visto jamás, unos que me miraban con preocupación y cariño, que al mismo tiempo ella me brindaba.

Varios recuerdos me inundaron nuevamente, pero esta vez solamente era ella, desde aquella noche no dejas de aparecer en mis sueños. Ahora vives ahí, ahora tu me das esa paz que necesitaba, me diste el empujón que necesitaba para salir adelante y dar vuelta a la hoja que me tenía encerrado en culpas.

Por último, un recuerdo tuyo sonriéndome fue lo que apareció, lo suficientemente como para removerme las entrañas.

Abrí los ojos, miré hacia el reloj en la mesa que tenía al lado de mi cama "8 am" al fin. Después de varios días despertando a las 2 de la tarde, ya era momento de seguir mi vida, el problema ahora es ¿que haría a partir de ahora?
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Abrí la puerta de la oficina de mi padre, bostezando al momento de entrar, se suponía que debía llegar lo más rápido que podía y eso hice.

-Escuché que me necesitabas, de nuevo ¿ahora qué?- me quejé con sorna

-Si, ya que haz vuelto y lo único que haz estado haciendo es ser un vago- chasqueé la lengua, solamente me estaba tomando el tiempo para descansar, viejo- He decidido asignarte como sensei de academia.

¿Qué?

Caminé para confrontarlo cara a cara ¿como se le ocurría?, no estoy apto para soportar mocosos, podría haber uno como yo cuando era estudiante, no lo soportaría.

-¿Perdona? ¿Puedes repetirlo?

-Que dejarás de ser un vago y serás maestro en la academia- cada vez me daba más ganas de golpearlo fuertemente- No puedo enviarte a misiones, en los últimos años han sido cosas tan sencillas, que enviarte a una de esas haría que te quejaras todo el tiempo.

-Claro y la mejor opción es enviarme a cuidar mocosos en un salón, ¿no?

-Es eso, o Hinata te obligará a conseguir un trabajo para que te hagas responsable como el adulto que eres.

Maldita sea, tenía razón, suspiré resignados, no tenían otra opción.

-Está bien- acepté de mala gana, mientras no tenga que usar un uni...

-Y tendrás que utilizar uniforme de jounin, no irás así.

-¡¿Qué?!

Pasaron algunos minutos después de que me dijera que empiezo en unos días junto con Shikamaru, su consejero, me sermonearon un buen rato diciéndome exactamente que debía hacer. Salí de ahí, sin saber hacia donde me dirigía que terminé topándome con Shikadai e Inojin, así que decidimos ir por una hamburguesa como solíamos hacerlo antes.

Retorno [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora