Lo más difícil para el, no era el irse a una misión en la cual probablemente no regresaría. Era el hecho de haber la posibilidad de no verla nunca más. Hubiera querido decirle más, hubiera querido que las cosas fueran muy distintas. Quizás en algún punto de su vida si llegase a suceder algo con ella, pensó en el matrimonio.
Sin embargo ahí estaba, corriendo de un sitio a otro, buscando donde debería de estar su enemigo. Él conocía las ubicaciones, pues en su momento tuvo que asegurarse de que no había nada fuera de lo común. Ahora debía ir a rectificar que estuviera así, para acabar con su pesadilla, con sus tormentos de una vez por todas.
Con determinación, cada paso que daba, era más pesado. Cada movimiento, más ligero. Cada salto, más preciso. De árbol a árbol, siguiendo el rastro que él mismo conocía. Nada ni nadie lo detendrían, nadie le impondría que estaba mal lo que haría. Protegería a toda costa lo que es importante para el, y si para ello él debería morir. Lo haría sin pensarlo, daría su vida por ella.
En un punto decidió descansar, sentándose en unas rocas, cerca de un río. La luz de la luna reflejaba su rostro, en el, dolor, culpas y arrepentimientos.
En sus hombros, llevaba todo eso, y aquello era algo que prefería, mientras nadie más estuviera en esa misma situación. Prefirió sacrificar casi todo su equilibrio mental con tantos miedos, a que alguien más lo hiciera. No permitiría que alguien metiera las manos, no lo haría, no dejaría que nadie lo hiciera, mucho menos ella.
Si bien no sabía a ciencia cierta que planeaban a sus espaldas. La ligera sospecha estaba ahí, algo le decía que quienes iban a ir hacia el, iba a ser ella, no iba a dejar que eso sucediera, no lo permitiría. Cuando se enterara quien había planeado eso, lo golpearía hasta suplicar clemencia.
-Mirar la luna siempre me recuerda a ti- sonrió nostálgico. Con las emociones a flor de piel. Recordando lo que había hecho antes de irse, sin dudas era el mayor de sus arrepentimientos, no poder volver, no le daría la oportunidad de amarla como era debido, como él hubiera querido.
Aún podía sentir sus labios sobre los de el, aún podía sentir su aliento chocando con el suyo mientras la culpa se hacía presente una vez más. Pero no podía quedarse a disfrutar, no podía.
Tenía algo más importante, un asunto pendiente, y lamentablemente no volver era uno de los riesgos. No estaba seguro que tanto lo habían estudiado, sin embargo era evidente que estaba preparado para recibirlo. Era más que evidente.
Mientras más tiempo pasaba, más ansioso se sentía. Las manos le temblaban, no por el miedo, sino por las consecuencias que traerían todo lo que haría. Le dolía, le dolía el que no podría cumplir su promesa.
"Cuando seas hokage yo te protegeré."
Si alguien le hubiera dicho que todas esas promesas que hizo no se cumplirían. Jamás las hubiera hecho. Jamás hubiera llenado de ilusiones a la persona que amaba. No le hubiera hecho creer que se quedaría y no se iría. Porque no sería así.
Podía sentir el frío de la noche abrazarlo. No sentía frío, sentía la soledad que la noche abarcaba, bien podría estar con ella en estos momentos. Después de todo aquella declaración era más que evidente. La culpa no dejaría de perseguirlo hasta acabar con todo.
Se abrazó a sí mismo, tratando de darse calor solo. Sus sentidos se activaron al instante, pudo escuchar ruido cercano. Al instante sacó su katana para ponerse en guardia, pero al ver de quien se trataba lo dejó helado.
-¿Mitsuki?
-No creerías que harías todo solo, ¿o si?- dijo mostrando la típica sonrisa de lado, característica de el.

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Retorno [Finalizada]
Fanfiction-Tengo miedo, Sarada. -Lo sé, pero- tomaste con ambas manos mi rostro y me miraste directo a los ojos- Solo necesitabas soltarte, soltar esto que cargabas y nadie lo sabía. Ya es hora de dejarlo ir, Boruto. Esta vez lo que recibí fue un abrazo, me e...