capitulo 12

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-Ron no es una molestia que nos acompañe -dije calmadamente

-claro que si- dijo este

-no la podemos dejar aquí, ademas imagina, hermione debe saber algunos hechizos para el duelo de harry - dije

-pero yo soy su segundo - dijo ron

-segundo-preguntó hermione y me pareció extraño ya que hermione sabe todo

—Callese los tres —dijo Harry en tono cortante—. He oído algo. Era una especie de respiración.

—¿La Señora Norris? —resopló Ron y trate de ver en la oscuridad. No era la Señora Norris. Era Neville. Estaba enroscado en el suelo, medio dormido, pero se despertó súbitamente al oírlos

—¡Gracias a Dios que me habéis encontrado! Hace horas que estoy aquí. No podía recordar el nuevo santo y seña para irme a la cama.

—No hables tan alto, Neville. El santo y seña es «hocico de cerdo», pero ahora no te servirá, porque la Dama Gorda se ha ido no sé dónde. - dijo harry

—¿Cómo está tu muñeca? —pregunte

—Bien —contestó, enseñándola—. La señora Pomfrey me la arregló en un minuto.

—Bueno, mira, Neville, tenemos que ir a otro sitio. Nos veremos más tarde...- dijo ron

—¡No me dejéis! —dijo Neville, tambaleándose—. No quiero quedarme aquí solo. El Barón Sanguinario ya ha pasado dos veces. Vi a ron que observaba su reloj y luego miro mal a hermione y neville

—Si nos atrapan por vuestra culpa, no descansaré hasta aprender esa Maldición de los Demonios, de la que nos habló Quirrell, y la utilizaré contra vosotros. - dijo ron y yo sonreí. Hermione abrió la boca, tal vez para decir a Ron algo sobre ese hechizo pero harry los hizo callar, yo me adelante a su lado

-lo harás genial harry, tienes todo nuestro apoyo - dije sonriéndole

-gracias Venus, creo que si tuve que aprender unos de tus hechizos - dijo y le volví a sonreí

-no te preocupes, no creo que malfoy sepa algo, ademas recuerda que me tienes a mi y a hermione - dije y el me sonrió y seguimos caminando con mucho cuidado 

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 Subieron rápidamente por una escalera hasta el tercer piso y entraron de puntillas en el salón de los trofeos. Malfoy y Crabbe todavía no habían llegado. Las vitrinas con trofeos brillaban cuando las iluminaba la luz de la luna. Copas, escudos, bandejas y estatuas, oro y plata reluciendo en la oscuridad. Fueron bordeando las paredes, vigilando las puertas en cada extremo del salón. Harry empuñó su varita, por si Malfoy aparecía de golpe. Los minutos pasaban. Yo miraba todo lo reluciente en este salón, era bellísimo, no había nada igual en casa y sonreí 

—Se está retrasando, tal vez se ha acobardado —susurró Ron.Entonces un ruido en la habitación de al lado los hizo saltar. Harry ya había levantado su varita cuando oyeron unas voces. No era Malfoy. 

—Olfatea por ahí, mi tesoro. Pueden estar escondidos en un rincón.-

Era Filch, hablando con la Señora Norris. Aterrorizado, Harry gesticuló salvajemente para que los demás lo siguieran lo más rápido posible. Se escurrieron silenciosamente hacia la puerta más alejada de la voz de Filch. Neville acababa de pasar, cuando oyeron que Filch entraba en el salón de los trofeos. Esto debe ser una broma, pensaba una y otra vez 

 —Tienen que estar en algún lado —lo oyeron murmurar—. Probablemente se han escondido. 

—¡Por aquí! —señaló Harry a los otros y, aterrados, comenzaron a atravesar una larga galería, llena de armaduras. Podían oír los pasos de Filch,acercándose a ellos. Súbitamente, Neville dejó escapar un chillido de miedo y empezó a correr, tropezó, se aferró a la muñeca de Ron y se golpearon contra una armadura.Los ruidos eran suficientes para despertar a todo el castillo. 

—corran —exclamó Harry, y todos se lanzaron por la galería, sin darse la vuelta para ver si Filch los seguía. Pasaron por el quicio de la puerta y corrieron de un pasillo a otro, Harry delante, sin tener ni idea de dónde estaban adónde iban. Se metieron a través de un tapiz y se encontraron en un pasadizo oculto, lo siguieron y llegaron cerca del aula de Encantamientos, que sabían que estaba a kilómetros del salón de trofeos. 

—Creo que lo hemos despistado —dijo Harry, y me apoye en la pared fría mientras regulaba mi respiración 

—Te... lo... dije —añadió Hermione, apretándose el pecho—. Te... lo... dije. 

—Tenemos que regresar a la torre Gryffindor —dijo Ron— lo más rápido posible. 

—Malfoy nos engaño—dije 

—Te has dado cuenta, ¿no?No pensaba venir a encontrarse contigo. Filch sabía que iba a haber gente en el salón de los trofeos. Malfoy debió de avisarle.- dijo hermione 

—Vamos. 

No sería tan sencillo. No habían dado más de una docena de pasos,cuando se movió un pestillo y alguien salió de un aula que estaba frente a ellos.Era Peeves. Los vio y dejó escapar un grito de alegría.—Cállate, Peeves, por favor... Nos vas a delatar. 

Peeves cacareó.—¿Vagabundeando a medianoche, novatos? No, no, no. Malitos, malitos,os agarrarán del cuellecito. 

—No, si no nos delatas, Peeves, por favor. 

—Debo decírselo a Filch, debo hacerlo —dijo Peeves, con voz de santurrón, pero sus ojos brillaban malévolamente—. Es por vuestro bien, ya lo sabéis. 

- pero tu odias a filch, estarías del otro bando, ya no serias de los que corremos para que no nos hagan nada, pero nos divertimos, nos encantan las bromas - dije un poco mintiendo, eran buenas pero no soy de las que andan la vida haciendo bromas como la juventud de sirius 

—Quítate de en medio —ordenó Ron, y le dio un golpe a Peeves. Aquello fue un gran error. Y lo golpe por eso 

- lo estaba haciendo bien - dije antes de que comenzara a gritar 

—¡ALUMNOS FUERA DE LA CAMA! —gritó Peeves—. ¡ALUMNOS FUERA DE LA CAMA, EN EL PASILLO DE LOS ENCANTAMIENTOS! 

Pasamos debajo de Peeves y corrimos para salvar nuestras vidas, recto hasta el final del pasillo, donde chocaron contra una puerta... que estaba cerrada.

 —¡Estamos listos! —gimió Ron, mientras empujaban inútilmente la puerta—. ¡Esto es el final! 

Podían oír las pisadas: Filch corría lo más rápido que podía hacia el lugar de donde procedían los gritos de Peeves. 

—Oh, muévete —ordenó Hermione. Cogió la varita de Harry, golpeó la cerradura y susurró—: ¡Alohomora!. El pestillo hizo un clic y la puerta se abrió. Pasamos todos, la cerramos rápidamente y se quedaron escuchando. 

 

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Venus y la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora