Capitulo 24

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NORBERTO

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Al llegar y tocar la puerta, notaron que las cortinas estaban cerradas. Hagrid abrió la puerta y rápidamente la cerró detrás de ellos. Hacía demasiado calor en el interior.

—Entonces ¿queríais preguntarme algo? 

—Sí —dijo Harry No tenía sentido dar más vueltas—. Nos preguntábamos si podías decirnos si hay algo más que custodie a la Piedra Filosofal, además de Fluffy. 

—Por supuesto que no puedo —dijo—. En primer lugar; no lo sé. En segundo lugar, vosotros ya sabéis demasiado, así que tampoco os lo diría si lo supiera. Esa Piedra está aquí por un buen motivo. Casi la roban de Gringotts...Aunque eso ya lo sabíais, ¿no? Me gustaría saber cómo averiguasteis lo de Fluffy. 

—Oh, vamos, Hagrid, puedes no querer contarnos, pero debes saberlo, tú sabes todo lo que sucede por aquí —dijo Hermione, con voz afectuosa y lisonjera. La barba de Hagrid se agitó y vieron que sonreía. 

—Nos preguntábamos en quién más podía confiar Dumbledore lo suficiente para pedirle ayuda, además de ti. - dije 

Con esas últimas palabras, el pecho de Hagrid se ensanchó. Harry y Ron miraron a Hermione y a Venus con orgullo. 

—Bueno, supongo que no tiene nada de malo deciros esto... Dejadme ver... Yo le presté a Fluffy... luego algunos de los profesores hicieron encantamientos... el profesor Sprout, el profesor Flitwick, la profesora McGonagall —contó con los dedos—, el profesor Quirrell y el mismo Dumbledore, por supuesto. Esperad, me he olvidado de alguien. Oh, claro, el profesor Snape. 

—¿Snape? 

—Ajá... No seguiréis con eso todavía, ¿no? Mirad, Snape ayudó a protegerla Piedra, no quiere robarla. 

Los cuatro chicos pensaban exactamente lo mismo. Es probable que Snape supiera los encantamientos de los demás profesores, excepto el de Quirrell y cómo pasar a Fluffy.

—Tu eres el único que sabe cómo pasar ante Fluffy, ¿no, Hagrid? —preguntó Harry con ansiedad—. Y no se lo dirás a nadie, ¿no es cierto? ¿Ni siquiera a un profesor?

—Ni un alma lo sabe, salvo Dumbledore y yo —dijo Hagrid con orgullo.

—Bueno, eso es algo —murmuró la casi pelinegra

—Hagrid, ¿podríamos abrir una ventana? Me estoy asando.

Era cierto. Hacía demasiado calor. Venus tomó una liga que tenía en su muñeca y se hizo una coleta alta.

—No, lo siento, Harry —Hagrid miraba hacia el fuego.

—¿Hagrid, que es eso? —preguntó Hermione.

Había un enorme huevo negro, en el centro de la chimenea.

—Ah —habló Hagrid con nerviosismo— Eso.. eh..

—¿Dónde lo has conseguido Hagrid? —preguntó Ron acercándose a la chimenea— debe haberte costado una fortuna.

—Lo gané —explicó Hagrid— La otra noche en un bar.

—¿Qué harás con él cuando salga del cascarón? —pregunto Venus

—Estuve leyendo un poco —tomó uno de los libros de debajo de su almohada, comenzando a explicar los cuidados que necesitaban y qué tipo de dragón era.

—Hagrid, tú vives en una casa de madera.— Trató Hermione de que entrara en razón, pero Hagrid no la escuchaba, mientras canturreaba y alimentaba el fuego. Venus dejó salir un largo suspiro.

¿No había un día donde nada le preocupara?

Venus y la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora