CAPITULO VII

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La semana se pasó volando entre tanto papeleo y trabajo en la empresa, Abel estuvo irritante todos los días, excepto cuando tuve que acompañarlo al bar. En vez de portarse amable por hacerle compañía, se comportaba como el anticristo de tanto papeleo que me daba por hacer.

Aún no entendía que negocios hacía y a que se dedicaba realmente porque no me creía que tuviera dos empresas así como así. ¿Por qué me interesaba aquello? No tenía respuesta pero me importaba y tenía curiosidad, así estaban las cosas.

Era día jueves y me encontraba en el apartamento, desparramaba en el sillón con una taza de té en la mano. Tara estaba de turno hasta las seis de la madrugada, y eran pasadas las nueve. Mi amiga trabaja demasiado, ya le había comentado que necesitaba descansar pero solo negó con la cabeza y salió disparada de la salita de estar. Desconocía el motivo por el cual le gustaba tanto trabajar, al fin y al cabo todos teníamos nuestras formas de escape.

Suspiré y deje la taza en la mesita de estar, cogí el control y prendí la tv. Aburrida cambiaba los canales, la dejé en una película de extraterrestres que invadían el mundo. Que grima, menos mal que la ficción se quedaba allí, no era muy fan de las pelis de terror ni fantásticas, me daban miedo.

El sonido del móvil me sacó de mis pensamientos, lo cogí y sin mirar quien era contesté.

-¿Hola?

Los murmullos de la gente al otro lado se hicieron presentes.

-Khair-la voz de Tara sonaba ajetreada, me acomodé en el sillón-¿Podrías ir a la recepción y dar de baja una hora que tenía en el gimnasio mañana?

¿Es que en este edificio no podía faltar nada? Tara estaba bastante agitada, como si estuviera corriendo una maratón y no viendo a enfermos.

-Si claro-dije, aunque en el fondo no quería moverme de mi cómodo lugar.

-Eres un sol-ya se podía percibir el alivio en su voz-, Llegaré lo antes que pueda. Prometo tener un día de películas juntas.

Una punzada me llegó al corazón. Últimamente no teníamos tiempo para pasarlo juntas, y que ella sintiera que me molestará hacerle un favor, hacía que me sintiera culpable por ser tan egoísta y concentrarme solo en mí.

-Está bien, elegiré algunas para estar al día.

Podía ver la sonrisa de mi amiga a través del pequeño móvil.

-Muy bien, nos vemos.

Se cortó la comunicación después de que me despidiera. Sin más me levanté del cómodo sillón con mucho esfuerzo, me puse las zapatillas para dormir, tomé el abrigo que estaba colgado en la entrada y salí.

El largo pasillo se encontraba desierto, no se veía ningún alma deambulando. Todos deberían estar durmiendo, ya era bastante tarde para salir y dudaba que Marie estuviera de turno así que me apresuré a tomar el ascensor y llegar a la recepción. Caminé a paso apresurado a la gran mesa de cristal que para mi sorpresa no se encontraba nadie allí. Que extraño, quizás quien estuviera a cargo esa noche estaba en el baño o algo así.

Miré a alrededor del mesón, divisé un lápiz y una tableta de hojas blancas, los tomé rápidamente y escribí la petición de Tara con su nombre y número de apartamento al final. Lo dejé encima del teclado que estaba junto al ordenador, para que sea visible.

Suspirando me di vuelta y caminé de regreso al ascensor. Ya dentro apreté el piso y esperé pacientemente a que se cerraran las puertas, pero se interrumpió con la subida de un hombre robusto, estaba vestido de negro y con una capucha, al darse cuenta de mi presencia su mirada choco con la mía, los ojos cafés estaban levemente rojos y desviados. Un escalofrió recorrió mi cuerpo, me pegué al gran espejo que se encontraba detrás de mí.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2020 ⏰

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