CAPITULO IV

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Me tragué la histeria que crecía en mi interior. Caminaba ya de vuelta al apartamento, le había dicho a Marie, la recepcionista. Si podía llamar al electricista, quien iría más tarde a solucionar el problema.

No podía dejar de pensar en que mañana empezaría con mi contrato oficialmente, pero también lo malo que era tener un jefe temperamental. ¿Tendrá a otra persona para el puesto?

Apreté los dientes.

Esto no era justo, me estaba chantajeando poco menos. Solo estaba allí por mis estudios, de verdad que necesitaba salir de Londres. El elevador se abrió de par en par, caminé por el pasillo hasta llegar al número 180, saqué las llaves y abrí la puerta. Me adentré al living, se escuchaba el sonido de la ducha así que me fui a la habitación de invitados que me había dado Tara para quedarme.

Suspirando, me dirigí a la cama y me estiré.

El viaje me había dejado cansada y más que últimamente sentía que mis emociones estaban a flor de piel...

¿Por qué tenía que tenerlo a él como jefe y no a Vivienne? Una parte de mí, me decía que esto era extraño, desde cuando un chico de veinticuatro años era dueño de una empresa y administraba un edificio.

Tomé la almohada que tenía al lado y ahogué un grito. ¡Esto era demasiado frustrante e insólito!

El golpe de la puerta me sacó de mi tormento.

Tara se asomó, estaba en pijama y con una toalla envuelta en el cabello.

-Pediré sushi-dijo mirándome con curiosidad. Debería estar preguntándose cómo es que tenía una amiga tan loca-Si te unes, date una ducha y vemos algunas películas antiguas de esas que te gustan-añadió.

Le sonreí y asentí. Lo mejor sería dejar el estrés para mañana.                

Después de bañarme y ponerme el pijama, caminé hasta la habitación de Tara que estaba al frente de la mía. Las dos habitaciones tenían una vista espectacular hacía el centro de Toronto, los edificios y autopistas se podían apreciar. El gran edificio tenía una vista preciosa.

Tara se encontraba hablando por móvil, reía y asentía con la cabeza como si alguien pudiera verla. Cuando me vio, se despidió y cortó la llamada.

-¿Qué te parece ir a una fiesta?-preguntó entusiasmada.

Enarqué una ceja. No era mucho de fiestas y por como lo decía Tara parecía que iba a ir Ben...Ser mal tercio no era mi idea en estos momentos.

-Vamos, Khair-se acercó a mi haciendo un puchero-Hace tiempo que no salimos juntas.

Mire a mi amiga, se veía demasiado ansiosa por ir a la fiesta y recordar tiempos que salíamos...

-Está bien-dije resignada.

Pegó un grito de emoción. Y se abalanzó sobre mí.

-¡Ponte guapa!-me gritó divertida. ¡La detestaba!

Dos horas después.

-Entonces me dijo que me quería llevar a su casa-dijo Tara moviendo sus labios rojos con brillo por encima, se había rizado el pelo, con un vestido negro que tenía un escote que dejaba poco a la imaginación.

Estaba en el asiento del copiloto, y me estaba contando la historia con Ben. Se habían conocido en la universidad y estaban saliendo desde entonces. Me alegraba que se sintiera enamorada y feliz.

Desde que nos hicimos amigas con Tara siempre nos distinguíamos a cualquier lado adonde fuéramos. Más que nada, ella sobresalía y no era que me molestará, me sentía feliz por mi amiga pero de igual forma no encajaba con su personalidad fiestera y extrovertida.

ABEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora