EPÍLOGO

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Los blancos pasillos y el letrero de silencio que adornaba la impecable pared, le ponían los pelos de punta y en cierta parte le daban ganas de querer romper las reglas, de ser rebelde.

Pero no podía, debía mantener la calma y mantenerse sereno para no provocar un escándalo en los pasillos de la clínica donde estaban tratando a su novio.

Por fin podría decir que el tratamiento estaba a punto de finalizar, su Yoongi, el amor de su vida estaba a punto de comenzar una nueva etapa y eso le hacía muy feliz, tanto a él como a su pequeño gatito.

Llevaban actualmente tres años de relación. La primera vez que se vieron cuando eran niños no podían imaginar que siquiera podrían entablar una conversación pero ahí le ven, esperándolo con ansias para comenzar una nueva etapa junto a él.

Muchos se preguntarán: ¿Cómo hicieron para durar tanto? La respuesta es simple, confianza y comunicación. Eso nunca faltó en su relación y gracias a ello pudieron superar todos los obstáculos que se le habían presentado a lo largo de esos años y esperaba, que siguiera siendo así por el resto de su vida. No se imaginaba una vida sin Yoongi y Yoongi no se imaginaba una vida sin Hoseok. Eran el uno para el otro.

—Hasta pronto Yoongi, espero que te vaya bien en todos tus planes a futuro —se despidió el hombre de bata blanca, Hoseok se levantó de su asiento y se acercó a su novio y al doctor—. Les deseo la mejor de las suertes —sonrió.

—Muchas gracias Doctor. Sin usted esto no podría ser posible —reverenció Yoongi junto a Hoseok.

Ya no tartamudeaba, por fin su terapia había llegado a su fin.

—¿Vamos a algún lado a celebrar o prefieres celebrar en casa? —preguntó Hoseok en la salida del hospital, Yoongi le miró y levantó una ceja.

El pelinaranja levantó los brazos en señal de inocencia.

—Sabes que no lo digo con doble sentido, Yoongs —se excusó—. Pero si quieres... ¡Ay! —su novio le había metido un leve golpe en la cabeza.

—Aún me duele desde hace dos días, nos excedimos.

—Un poquito sí pero vamos, sabes que te gustó —el sonrojo en sus pálidas mejillas lo delató.

Yoongi le miró con reproche—. Mejor vamos a comer pizzas, ya de ahí pienso que comer después —le dijo, con doble sentido.

Hoseok le siguió el juego y le dió un agarrón discreto en la nalga. Así eran, hasta ese punto había evolucionado su relación con el paso de los años y se sentía bien.

Aún recordaba cuando lloraba por las noches porque sus padres estaban en casa privados de libertad, decía que era su culpa y que tal vez si se hubiera comportado desde un principio nada de eso habría pasado. Yoongi le apoyó y le dijo todas las cosas buenas que habían sucedido después de eso.

Trabajo, casa y una relación bastante estable. Ah y tenían a Mickey y Holly con ellos, ¿qué más podían pedir? Todo lo que tiene era sacado de un sueño y no podía estar más agradecido. Hoseok amaba a Yoongi y era feliz con él.

[. . .]

—Iremos al festival.

—¿Y quién te dió el derecho de decidir por nosotros? —preguntó Yoongi mirando a su amigo, que estaba en el umbral de la puerta siendo él.

—Yo mismo me dí ese derecho, así que no me importa. Iremos al festival —sentenció Jimin con una sonrisa.

Por fin su transición había dado frutos, ahora era Park Jimin. Un hombre atractivo, alegre y que todos los días se enorgullecía de lo que era ahora y de lo que siempre fue. Sus amigos y familia estaban felices por él y eso le agradaba, le gustaba mucho tener su apoyo desde el inicio.

—Te has vuelto más... —el ahora pelirrosa hizo una paysa—, salvaje.

—¿Qué hablas? —preguntó Yoongi, Hoseok estaba en la cocina preparando bocadillos.

—Desde que ya no tartamudeas ahora eres todo un niño grosero y contestón —refunfuñó—. ¿En dónde está ese Yoongi que era una masita? ¡¿Dónde?!

Jimin se arrodilló en frente de Yoongi haciendo todo un drama, lo que le faltaba. Hoseok entró a la sala de estar vió todo el drama que se estaba armando el menor de todos, no sé extrañó ni tampoco lo detuvo; ya era bastante frecuente la presencia de Jimin ahí y con eso, sus dramas.

—Hobi, dile a tu novio que iremos al bendito festival —el pelirrosa se acercó al mencionado y señaló a Yoongi de manera acusadora.

Yoongi solo bufó. Hoseok le miró y se encogió de hombros, dándole a entender que no tenían otra opción.

—Iremos —decidió Hoseok.

—¡Sííí! —Jimin alzó sus brazos en señal de victoria.

Así eran las visitas de Jimin. Algunas veces hasta podría comparar a Yoongi y a él como los padres y a Jimin como su hijo. Cosas que pasaban y que le gustaban por traerle una sensación de paz y felicidad.

[. . .]

Ya en el festival, Jimin se encontraba muy emocionado y había invitado a Taebseob a pasar la tarde con ellos. Ahora eran un grupo de amigos que si bien no podían verse todo el tiempo, eran bastante unidos.

Los pequeños puestos estaban adornados de luces y algunos tenían juegos donde podías ganar pequeños premios, Yoongi quiso jugar unos cuantos para probar su suerte y regalarle algo a su novio pero lamentablemente no era su día.

—El plan de las pizzas estaba mejor... —hizo un puchero.

—Ay vamos Yoongs, una vez más —le animó su novio.

Yoongi tomó el rifle de juguete y apuntó a la lata. Intentaba que sus brazos no le temblaran para poder apuntar bien, Hoseok le miraba con emoción; la carita de concentración y las mejillas sonrojadas de Yoongi muy probablemente por la vergüenza de ya haberlo intentado cinco veces sin éxito, le causaba mucha ternura.

Una, dos, tres... De nuevo falló.

—Perdón por ser tan malo en este juego —se rindió.

—No importa, lo importante fue tu esfuerzo bebé —el pelinaranja le dió un besito en la frente—. Vamos a ver qué más hay.

Las horas pasaron entre juegos, risas y besos discretos en el festival. Ya no les importaba que los demás los vieran, solo les importaba su felicidad y nada más y si alguien venía a opinar lo contrario o a dar una opinión innecesaria, siempre estaba Jimin para meter miedo con su mirada intimidante.

Al caer la noche, Jimin se fue con Taebseob a comprar dulces dejando solos a la pareja de enamorados, quienes estaban sentados en una banca.

—Sabes, jamás pensé que estaríamos así —Yoongi tomó la cálida mano de Hoseok—. Muchas gracias por ayudarme desde un principio, Hoseokkie.

—Todo por mi amorcito, no quería que te pasara nada malo —le tomó del rostro y se acercó, juntando sus frentes—. Tampoco dejaré que te pase algo malo, eres mi príncipe y debo protegerte.

Un sonrojo apareció en las mejillas de Yoongi.

—Te amo tanto Jung Hoseok —le dijo—, voy a hacer todo lo posible para hacerte feliz.

—Ya me haces feliz, soy la persona más feliz del mundo gracias a tí.

Las leves caricias en el rostro de Yoongi le llenaban de paz y seguridad, los ojos de Hoseok le transmitían confiaza y amaba que tuvieran una forma peculiar. Eran como los de un conejito.

—Voy a permanecer a tu lado siempre, no importa que pase —habló el mayor esta vez, con voz decidida—. Lo prometo.

Antes de que pudiera decir algo más, Yoongi besó a Hoseok. Lento, suave y lleno de ternura. De esa manera, sellaron la pequeña e importante promesa de seguir estando el uno para el otro sin importar qué.

Nunca imaginó estar con el vecino tartamudo, que ese chico de piel blanquecina le cambiaría la vida por completo para bien y Min Yoongi, jamás imaginó que Jung Hoseok sería esa felicidad, ese arcoiris que tanto había buscado.

FIN

Tartamudo | SopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora