Capitulo 3

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Después de varios minutos de charlas que a Mikha ya le zumbaban los oídos levantó una mano impaciente para que se callara. La joven hizo silencio con los labios abiertos de la sorpresa. 

— Llegaste sola a mi, y yo jamás salí de Londres. — Svetlana lo miró como si se hubiese vuelto loco. Él continuo hablando en ruso. — Haz el favor de cerrar la boca sobre nuestro pasado. Aquí no eres la hija de la amante de nadie, ni una paria. Limitate a comportarte sin tirarte a los brazos de los demás. No hay hermanas, ¿Entiendes? Ahora solo estamos tu y yo y nadie más. 

— Pero Mikha… 

 Él la miró irritado. 

— Tu decidiste tu destino cuando me pediste ayuda, ahora te aguantas las consecuencias. ¿Que creíste? ¿Que no habría cambios? Si quieres vivir como la hija del Gran duque Constantino Nikoláyevich te puedes  volver a Rusia y casarte con quien te habían dispuesto. Aquí no eres Lady ni ningún título más que señorita. No volverás jamás a Rusia Svetlana. 

 Ella se miró las manos y el suspiro. 

— Tendrías que haberlo pensado antes. — Le dijo negando suavemente. 

— Esta bien. Después de todo será mejor que nadie sepa nada. 

Cuando Mikhail llegó a la casa de los Jackson le pareció una casa encantadora y bien distribuida. Estaba decorada con elegancia y con iconos Rusos iguales a los que él tenía en casa, ver eso lo hizo sentir un poco mejor. 

 Larissa Kuznetsov era muy distinta a su hermano, de ojos verdes como esmeraldas y sonrisa amable, elegante, delicada y suaves ademanes. La belleza era más impactante en ella que en su cuñada, era como si supiera exactamente su lugar en el mundo y dedicaba sonrisas hermosas como si fuera algo natural. Mikha se preguntó si no le dolían las mejillas luego. La niñita que le sostenía la mano era hermosísima, al contrario de su madre esta tenía unos ojos celestes como dos pozos profundos de océano, con sus mejillas regordetas y sonrisa amable como su madre. 

Los recibió como si fueran grandes amigos y el reprimió poner los ojos en blanco cuando su hermana comenzó con su cháchara estúpida. 

— Siéntese señor Gurevich. Pueden decirme Lara. — Les dijo entrando al salón donde los esperaba unos altos vasos y galletas. 

— Spasibo. — Dijo él y la mujer le contestó en ruso. 

— Chuvstvuyte se ya kak doma. *( Siéntete como en casa) 

  Contestó con monosílabos a las preguntas de la mujer y aguanto la cháchara de su hermana y admiro la paciencia de Lara al tratarla.  

  Sumido en sus pensamientos fue cuando la vio, entrando al salón. Su cuerpo pequeño y esbelto, con un vestido amarillo que la hacía lucir blanca y fragante. Caminaba con lentitud, como arrastrando un pierna. Cuando ella sonrió fue como si el sol brillara haciendo el día más cálido. Observó a Larissa acercarse y ambas se abrazaron con cariño, Svetlana saludo a la recién llegada. 

Sus ojos azules eran limpios y cálidos, Mikhail sintió que su corazón se aceleraba cuando esos enormes ojos azules se posaban en los suyos. Le devolvió la mirada y la inocencia que había en ellos fue tanta que le impactó profundamente. 

— Señor Gurevich le presento a mi cuñada Victoria Jackson. 

 Él se levanto despacio y estiró la mano creyendo que era solo una ilusión, pero su aroma a flores le impactó en la cara cuando la beso en el dorso de su delicada y pequeña mano. Eres real, pensó mirando esos ojos azules frescos, inocentes. La mujer le sonrió y después se dirigió a su hermana. 

Entre Orquídeas y Secretos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora