Cuando Mikhail llegó a casa se sintió sorprendido de darse cuenta de que había echado de menos a su charlatana hermana. Ilya se limitó a decirle que estaba todo en orden. Cuando se sentó a almorzar los sorprendió cuando le pidió a Ilya que tome asiento con ellos. La señora Lidia lo miró como si se hubiese vuelto loco.
— Las bandejas. — Decía Ilya sentado mientras esperaba que le sirvan. — Llena las copas….
— Deja de dar órdenes por un momento Ilya. — Exclamó Mikha frustrado.
El hombre hizo silencio y miró a Svetlana ambos sorprendidos.
— Quiero comunicarles que voy a casarme.
Él tenedor que Svetlana estaba llevando a su boca cayó haciendo ruido sobre el plato y la mirada de ella estaba trabada en la de él, que no miraba a nadie. Ilya miró a Svetlana y a él intercaladamente sin tener ningún pensamiento. Lidia lo miró como si se hubiese vuelto loco y se preguntó quién se casaría con ese hombre de piedra.
— ¡Felicidades! — Dijo Lidia después de darse cuenta de que Ilya y Svetlana seguían en la misma posición de hacía varios minutos.
Lidia pensó atolondrada que si se hiciera una fotografía sobre ellos la gente se reiría por generaciones. La mano de Svetlana estaba suspendida a mitad de camino y miraba a su hermano con los ojos abiertos, Ilya estaba igual o más sorprendido que la joven.
— ¿Quién es la afortunada? — Continuo Lidia.
— Si dinos Mikha ¿Quién es la afortunada? — Hablo Svetlana sentándose firme y mirándolo maravillada.
Ilya se levantó en silencio y le hizo una profunda reverencia.
— ¡Felicidades! No sabe lo feliz que me hace al saber que ha encontrado a alguien con quien compartir su vida y estar acompañado.
Por primera vez Mikha se ruborizó y asintió cohibido.
— Dinos Mikha. — Pidió ansiosa su hermana.
Lidia negó suavemente al ver que su joven pupila no sospechaba nada.
— La señorita Victoria Jackson. — Dijo él complacido.
Svetlana se levantó y lo abrazó desde atrás encantada. Él aceptó su abrazo tolerante hasta que le palmeó los brazos para que lo suelte.
— Mañana iremos a visitarla. No podrá venir aquí sola.
— ¿Vas a llevarme? — Su hermana lo miró maravillada.
— Por supuesto, eres un rostro amable para que su madre no me vea con tanto temor.
Su hermana parpadeó perpleja ante sus palabras.
— Gracias me siento muy útil. — Dijo sarcástica.
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Entre Orquídeas y Secretos ✓
RomanceLa vida para Mikhail Gurevich había perdido el encanto hacía muchos años, cuando había sido desprovisto de alma, familia, tierra y nacionalidad. Pero conocerla a ella le había impactado, con sus suaves ademanes, sus ojos azules y sus flores. El...