Capitulo 8

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Víctoria supo desde el inicio que su hermano haría algo para evitar que ella vaya a la casa Gurevich

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Víctoria supo desde el inicio que su hermano haría algo para evitar que ella vaya a la casa Gurevich. Y le enojaba saber que estaba consiguiéndolo. Ya había pasado la segunda semana del inicio de primavera  y ella continuaba en Londres. Le había agendado una cita con uno de los integrantes de El Comité de Orquídeas y varias más de interés. Pero al contrario de lo que creía su hermano ella Levantó sus cosas y se marchó después de la cita con el esnob hombre que solo se sentó a hablar sobre sus horquideas sin siquiera preguntarle a ella si sabia algo. Pedazo de imbécil pensó durante toda la interminable hora que estuvo sentada a su lado oyéndolo describir las hojas de la Cymbidium. Completo arrogante confirmo en la segunda hora cuando fardo sobre la Vanda. Como si ella no supiera que crecen suspendidas en el aire. Tres de esas tenía ella y no había fardado ¿O si? Se preguntó furiosa. Sólo porque tenía una y se hacia el importante. 

 Y encima se había tomado el atrevimiento de comentar que su boticario hacía su perfume con la Cymbidium, le habría gustado refregarle en la cara que no necesitaba un boticario para hacer su perfume. Se lo preparaba ella sola. Con sus propias orquídeas arrogante snob le habría dicho. Sin embargo se levantó con una sonrisa amable y le agradeció la amena charla. 

— ¡Adiós señorita! — La saludo cordial. — Le enviaré una flor de Zygopetalum. 

— Gracias. Me encantará cuidarla con sus consejos. — ¡Púdrete! Pensó mientras levantaba la mano y saludaba. — No se olvide por favor de enviarme la flor. Me encantaría conocerla. — ¡Ya la conozco viejo estúpido! Pero no he conseguido un bulbo. 

 Cuando la puerta del carruaje se cerró la sonrisa desapareció. 

Al llegar a casa su padre la miró sorprendido. 

— ¿Que haces aquí Víctoria? — Preguntó alarmado al verla bajar rápidamente del carruaje. 

 Levantó los brazos por precaución por si se tambaleaba, aunque sabía que se llevaría una reprimenda de su hija. 

— Tengo un compromiso con los Gurevich. — Le contesto simplemente. 

 La expresión desapareció del amable rostro de su padre. 

— No quiero que hagas eso. 

— Ya di mi palabra padre. — Le contesto y como no quería pelear subió las escaleras para cambiarse. 

 Él la espero a los pies de las escaleras, dando vueltas una y otra vez. Había hecho averiguaciones sobre lo que había dicho Ethan sobre ese hombre y se había alarmado al enterarse de que todo era cierto. Lo embargo la preocupación y el remordimiento cuando la vio bajar las escaleras con el bastón. Su hija estaba así debido a su imprudencia y confianza en los demás. 

 Si el hubiese averiguado a sus socios en vez de firmar rápidamente esos hombres no se habrían tomado la libertad de llegar a su casa, golpearlos y llevarse a su hija de casa durante tres meses mientras ellos eran obligados a cuidar de una joven secuestrada. Un intercambio necesario había comentado uno de los hombres con amabilidad. Cuando su hija había vuelto a casa era otra persona, golpeada, temerosa y triste. 

Entre Orquídeas y Secretos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora