wilder

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No se puede encontrar la paz evitando la vida.
Virginia Wolf.

Narra Tessa

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Narra Tessa.

— ¿Entonces? — me preguntó Wilder mientras caminaba tras mío — ¿Irás conmigo?

— Will — me volteo con rapidez observando al Ravenclaw con el ceño fruncido. — . ¿Por qué demonios querría meterme en una fiesta de la aristocracia mágica inglesa, donde sólo estarán las familias más obsesionadas con la pureza de la sangre?

— ¡Exacto! El asunto es que yo tampoco quiero ir, pero lamentablemente tengo que hacerlo y debo llevar a alguien. Tu familia es de sangre pura, y tienes los modales indicados para agradarle a mis padres — el pelinegro me tomó del antebrazo —. Por favor Tess, ayúdame.

Tomé y solté aire varias veces, cerré los ojos y hablé:

— Realmente no puedo creer que vaya a hacer esto — suspiré —. ¿Cuándo es?

— El día después de Navidad, ¡debes ir formal! Puedes llegar por polvos flú.

Wilder y yo nos hicimos sorprendentemente cercanos en unas cuantas semanas, el primer día de pociones el profesor Slughorn nos asignó como compañeros y desde entonces comenzamos a pasar más y más tiempo en la compañía del otro.

La verdad es que somos muy parecidos; disfrutamos de las mismas cosas, pensamos de manera similar y nos sentimos a gusto entre nosotros. Pasamos la mayor parte de nuestras tardes recorriendo los pasillos de Hogwarts, los jardines, las torres y estudiamos juntos más seguido de lo que incluso me gustaría admitir.

Mis amigas creen que nos gustamos, o que en un futuro terminaremos estando juntos. Aunque ahora ya descarto esa posibilidad, si tengo que ser objetiva debo de admitir que no elimino la opción de que en un futuro (ya sea pronto o lejano) aquello suceda.

Ya es diciembre (estamos a un día de comenzar las vacaciones de Navidad) y sé que quizás se preguntarán lo que ha sucedido con Remus después de todos estos meses. La verdad es que no hemos vuelto a hablar, de vez en cuando lo sorprendo observándome a la distancia, y no soy tan imbécil como para no percatarme de que cada vez que paso por el lado de los merodeadores ellos codean a Lupin como unos críos de once años.

Tampoco he vuelto a recibir algún ataque, sospechosamente cesaron y no se han vuelto a presentar. Sé que no debo bajar la guardia, pero ¿realmente es necesario estar constantemente en un estado de alerta? Theodosia insiste en que no debo confiar en nadie, después de todo este tiempo no desiste y eso me molesta.

Además, mis poderes han ido en aumento cada día, lo que es bueno y malo a la vez. Me cuesta controlarlos, evitar que las cosas a mi alrededor exploten ante mi ánimo es más difícil de lo que parece, pero gracias al libro que mi padre me dejó he aprendido a manejarlo poco a poco. De esa forma he comenzado a destacar más en las asignaturas, especialmente en las que debo poner en práctica mis habilidades con la varita.

Sempiterno [r.j lupin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora