Sempiterno [r.j lupin]

christmas

Si sientes que todo perdió su sentido, siempre habrá un "te quiero", siempre habrá un amigo.
Emerson.

— ¿Estará bien? — James murmuró con un hilo de voz. Sirius se mantuvo en silencio unos segundos que parecieron eternos.

— No lo sé. — susurró de la misma forma.

Después de encontrar a Tessa desangrándose, el mayor de los Black la llevó por medio de la red flú hasta el hogar de los Potter. Desesperado llamó a gritos a Euphemia y Fleamont, quienes con sus conocimientos de magia llevaron a la muchacha a una habitación para estabilizarla mientras tanto James iba por un sanador amigo de la familia y por los Norton.

Tanto el sanador Walker como Adrastos, Evadne, Evander y Theodosia se encontraban en la segunda planta de la mansión, junto a los señores Potter, mientras que Sirius y James estaban ambos sentados en la escalera de la casa, uno al lado del otro.

No habían pronunciado muchas palabras en las horas que llevaban allí, ambos estaban muy pálidos con la mirada perdida. Sirius incluso aún tenía sus manos y su ropa empapadas de sangre de la castaña.

Había sido impactante, desesperante, a su juicio, ver cómo Therasia estaba allí, tendida en la nieve que poco a poco se tornaba de un concentrado color escarlata. En ese momento ella se veía pálida, su piel combinaba con el blanco de la nieve y contrastaba con el rojo de su vestido y su sangre. Era una escena horrible de ver.

Ella ni siquiera gritó, solo se desvaneció en la inconsciencia mientras Sirius graznaba por ayuda que nunca llegó. Fue un milagro que con los nervios del momento el joven Black consiguiera transportar a su compañera.

James no podía sacarse de la cabeza el rostro de los familiares de la muchacha. Ni siquiera podía recordar que les dijo con exactitud, quizás algo sobre que apuñalaron a Tessa y que se estaba desangrando. El pánico inundó la mirada de todos ellos y con rapidez cada padre tomó de la mano a uno de sus hijos y se aparecieron en la mansión Potter.

Llevaban en el segundo piso ya por varias horas, y la incertidumbre presente entre los menores era exasperante. James se llevó las manos al cabello para luego alborotarlo aún más de lo habitual y en ese instante escucharon pasos cansados bajar las escaleras.

Allí estaban Thea y Evander, ambos con la mirada agotada y apagada. Posaron sus ojos en los Gryffindor, quienes se apresuraron por preguntar sobre el estado de su compañera.

— Está estable — musitó Thea con su característica voz suave —. La daga que usaron para apuñalarla estaba llena de magia negra no localizable, o eso es lo que dice papá.

— Usaron un arma muggle combinada con magia oscura, sabían que de ese modo dificultarían encontrar al culpable. — la voz de Evander estaba cargada de impotencia. Su hermana colocó su mano en el hombro de él en un intento de tranquilizarlo.