06/06/2001 12:02 pm
He estado leyendo comentarios de ustedes y... son algo incómodos.
El más común es... ¿Estás loco?
No. Amigo, no lo estoy. Nunca he tenido problemas psicológicos de ningún tipo.
La que más me cuesta responder es de ¿Quién es el hombre cerdo?.
Bueno, aquí les va una pequeña historia:
Cuando tenía 8 años, me mudé a una casa grande con mi madre, mi padre y mi abuelo (Mi abuela estaba en otro país en aquel entonces). Me tocó una habitación algo grande, creo que hasta un poco grande para mi ya que era casi del tamaño de una sala de estar de un tamaño considerable. Luego de unos días logramos mover todas nuestras cosas a la casa grande (O al menos así la llamaba yo, ya que no estuvimos mucho tiempo allí por razones que ya contaré).De verdad no recuerdo con exactitud en donde se ubicaba pero era más o menos en la capítal de mi país, creo recordar yo que vivíamos en el centro de la ciudad pero eso ya no es importante. Bien, a lo que iba.
Cuando transferimos todo, me tocó pasar la primera noche en mi nuevo cuarto. Traté de jugar y cansarme toda la tarde para que cuando llegara la noche quedarme dormido al tiro (De verdad, tenía mucho miedo de dormir allí) Pero, la cagué. Cuando llegué del colegio, me quedé dormido hasta las 6 de la tarde... Obviamente cuando desperté todavía tenía algo de sueño y decidí aprovecharlo para dormirme hasta el día siguiente... Cosa que no pasó ya que mi mamá llegó al cuarto diciendo que era un puerco porque había llegado de la calle y a estas horas de la noche no me había dado un baño. Malas costumbres de niños.
Luego de que me bañe con aquella agua helada de la regadera, todo rastro de sueño se había ido de mi. Estaba algo molesto ya que sabía que estaría la noche en vilo. Cené papas fritas con un bistéc y una malteada de chocolate. Creo que fue lo único bueno que me pasó aquella noche.
Eran las 9:30 pm y yo seguía en el salón viendo caricaturas. Estaba rogando porque mi madre no se levantara y me viera a esas horas ya que al día siguiente tenía que ir a la escuela. Se hicieron las 11:00 pm lo que me alertó un poco porque a esa hora mi padre se levantaba a tomar sus pastillas contra el insomnio. A la final de nada sirvió. Me descubrió y me mandó a dormir.Aquello fue algo que hasta el sol de hoy jamás olvidaré.
Me acosté en aquella cama con soporte de metal y traté de quedarme dormido. No pasó mucho rato del que me había ido a acostar y empecé a escuchar un débil sonido de algo cuando se mese, como una hamaca.
Mi atención se despertó ya que el sonido venía de mi propio cuarto el cual se veía como la típica escena donde el monstruo sale debajo de la cama y se come al chiquillo. Las ventanas eran casi tan grandes como el umbral de una iglesia y un poco de luz pasaba a través de ella lo suficiente como para iluminar la mayor parte del cuarto en el cual se veían sombras deformes y aterradoras para mi pobre mente agobiada de películas de terror como El exorcista y Halloween. Todo se convertía en una auténtica tortura psicológica para mi pero lo peor fue cuando me dí cuenta que el extraño sonido venía de mi armario.
Exhalé el poco de aire que tenía en los pulmones y me dirigía a aquella puerta de madera. La abrí lentamente... Y lo que vi, no fue bonito.
Era un hombre gordo, con una cabeza de cerdo y pezuñas en las manos. Se mecía lentamente en un gancho que había colgado allí. Obviamente nunca me hubiera dado cuenta ya que guardo mi ropa en cajones.Me caí de espaldas y justo cuando grité aquella cosa se abalanzó sobre mi con un chillido infernal. Metió su pezuña en mi boca, la cual recuerdo sabía a vómito, me levantó y me abalanzó contra la cama... Me desmayé, o al menos eso creo.
Cuando desperté estaba en la cama de un hospital ya que ese olor es inconfundible. Afuera estaban varios policías hablando con mi madre y un doctor.
Cuando se dieron cuenta que me había despertado casi que corren hacia mi cuarto. Mi madre me abrazó agradeciéndole a Dios que no me pasó nada. Dos de los cuatro policías que allí se encontraban me preguntaron todo lo que sucedió anoche. Les respondí todo lo que recordaba a lo cual contestaron:
- Chico, cuando tu mamá nos llamó histérica acudimos rápidamente hacia tu casa. La encontramos contigo en brazos. Estabas pálido y con los ojos en blanco. Pensamos que era una convulsión normal... pero hoy nos dimos cuenta que la ventana de tu cuarto había sido forzada y que afuera había una máscara de cerdo.
Se me heló la sangre, todo lo de anoche había sido real...
O al menos lo suficiente como para crearme un trauma psicológico.
Desde aquel día empecé a tener pesadillas y alucinaciones con aquel suceso por lo que tuve que tomar pastillas para dormir. Cuando cumplí los 19 se fueron yendo poco a poco... pero desde que vi a William, creo que volvieron de nuevo.