Estábamos comiendo en la hamburguesería cuando recibí una llamada. Era Irene.
- Hola Nena - me dijo en cuanto descolgué.
- Hola, ¿que tal?
- Bien, oye, mañana no te olvides de nuestro desayuno, que ya me dejaste plantada la semana pasada. ¿Vale?
- Esta bien, pero...
- ¿Pero que?
- Que probablemente no iré sola.
- Bien, pues mejor, así le conozco.
- Pues si, al fin y al cabo yo conocí a sus amigos ayer noche - le anuncié a mi amiga.
- Vaya, ¿y que tal?
- Bueno, fue una noche un tanto agotadora para mí. Fuimos a una discoteca, y ya sabes que hacía años que no iba yo a una discoteca.
- Pues si, pero aún así ¿fue bien?
- Sí, bastante bien. Bueno, nos vemos mañana y hablamos ¿vale?
- Vale. Hasta mañana.
Cuando colgué, Abel me preguntó curioso:
- ¿Quien era?
- Mi amiga Irene, es mi mejor amiga. He quedado con ella mañana. Solemos desayunar juntas cada domingo por la mañana desde que me separé y la semana pasada la dejé plantada, así que...
- ¿Por mi? ¿La dejaste plantada por mí?
- Sí.
- Pobre. Pues no podemos permitir que vuelva a pasar eso, ¿no? - justificó él.
- No, además tiene dos hijos preciosos y un marido a los que deja en casa cada domingo por la mañana, para desayunar conmigo.
- Bien, pues iremos. Anda, acaba y vámonos para casa ya.
- ¿A casa? - pregunté - ¿No quieres que vayamos al cine o a dar una vuelta?
- No, quiero estar a solas contigo. Tengo algunas ideas en la cabeza que... - dijo mirándome con picardía.
- ¿Ideas, que ideas? - pregunté curiosa, acercándome a él y besando su cuello.
- Gisela, estate quieta, por favor.
- No puedo, tengo muchas ganas de... - le dije, poniéndome sobre él en medio del restaurante.
- Gisela, puede vernos alguien, estate quieta. Venga, o te castigaré - me amenazó.
- ¿Me vas a castigar? - le provoqué, restregándome sobre sus piernas.
- Sí lo voy hacer, Srta Lilith, así que pórtese bien y vuelva a su sitio.
Obedecí, volviendo a sentarme a su lado, pero dándome por vencedora. Había conseguido lo que quería.
Terminamos de comer y nos fuimos a casa. Nada más traspasar la puerta, me ordenó:
- Vamos a la habitación, Srta Lilith.
Estaba serio, incluso con cierto aire severo. Caminé hasta la habitación, seguida de él. Cuando llegamos, me ordenó:
- Desnúdese.
De nuevo obedecí, había algo en su voz, no sé si el tono o que, que me obligaba a obedecerle.
- Inclínese y muéstreme su culo, Srta. - me dijo.
Lo hice,expectante, excitada y no tardó en empezar a zurrarme. Pero aquellas palmadas en el culo, me excitaron, me pusieron a mil e hicieron que mi sexo se humedeciera como nunca. Abel comprobó la humedad, cuando ya llevaba unas 20 zurras. Yo no podía dejar de convulsionarme por el placer que sentía. Sí, aunque fuera extraño, que me pegara me causaba cierto placer. Me gustaba y mucho.
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PERDERME EN SUS OJOS
RomanceGisela conoce a un joven Amo, en un club BDSM. Y a pesar de la diferencia de edad entre ellos deciden iniciar una relación Amo - sumisa, y de pareja, pero no lo tendrán fácil. ¿Vencerán las dificultades que se les presentan?