10 TRISTEZA

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La luz de la mañana entrando por la ventana parecía distinta ahora. Me levanté casi arrastrándome. Me acerqué a la ventana, la vida seguía igual allá abajo, gente corriendo de aquí para allá, yendo a sus trabajos, pero para mí todo había cambiado. Mi vida había cambiado y él ya no estaba.

Es cierto, que había sido yo quien había decidido que eso fuera así, pero no por eso era menos doloroso, ni menos triste. No tenía demasiadas ganas de ir a trabajar, pero era mejor eso, que quedarme en casa pensando en él. Así que me duché, me vestí y me fui a trabajar.

Al llegar me fui directamente hacía mi mesa, no tenía ganas de hablar con nadie, por eso no busqué a Irene como hacía otras veces. Y ella enseguida se dió cuenta de eso y vino hasta mi mesa.

- Chica, ¿cómo que hoy no has venido a la zona de los cafés? - me preguntó e inmediatamente, sin dejar de observarme dijo: - ¿Qué te pasa? ¿A que viene esa cara triste?

- Lo hemos dejado - le dije simplemente.

- ¿Qué? ¿Que quieres decir con que lo habéis dejado?

- Pues eso, que Abel y yo lo hemos dejado. Bueno, he sido yo quien lo ha dejado.

- Pero ¿Por qué? - me preguntó sin comprender.

- Porque somos demasiado diferentes, porque nuestros mundos son muy diferentes, porque yo no podré hacerle feliz nunca y porque él quiere cosas que yo no puedo darle.

-Pero, ¿te ha dicho él todo eso o es una conclusión que has sacado tu solita? porque me parece que te has comido bastante la cabeza, queriéndote convencer de eso, que te conozco, y al final has dejado que tus propios argumentos te convenzan de eso.

- Sí, pero es así, Irene, él es joven y se merece algo mejor que yo - le justifiqué.

- ¿Y sí lo mejor para él eres tu?

- No puede ser Irene, ¿no lo ves? Él es joven, tiene toda una vida por delante. ¿Y yo que tengo? Nada, soy vieja. Él se merece algo mejor, alguien mejor, más joven, que pueda darle todo lo que yo no voy a poder darle.

- ¿Y si eso que tú crees que no puedes darle y según tú, si que puede dárselo alguien más joven, no es lo que el quiere? ¿Te has planteado o preguntado eso?

- No, pero no me hace falta preguntármelo. Él necesita, merece algo que yo nunca le podré dar. Le encantan los niños y yo ya no podré dárselos.

- ¿Pero te ha dicho él que quiere tener hijos en el futuro?

- No, no me lo ha dicho claramente, pero es lo que todo el mundo queremos cuando somos jóvenes y planeamos nuestro futuro, ¿no?

- Sí, pero a veces, cuando nos enamoramos, somos capaces de renunciar a cosas que siempre habíamos soñado tener o siempre habíamos querido simplemente por ese amor.

- Sí, pero yo no quiero que renuncie a nada - justifico.

- Pero eso no eres tú quien debe decidirlo, eso debe decidirlo él, ¿no crees?

Al final Irene y yo tuvimos que dejar la conversación porque no podíamos ponernos de acuerdo y porque llegó nuestro jefe.

Los días pasan, he decidido no ir a nadar por unos días, para así no tener que verle. Aún así, cada día pienso en él, recuerdo un momento, un gesto, una palabra, sus besos, las sesiones con él, el sexo.

- Mamá, ¿no vas a nadar? Llevas días sin ir, ¿por qué? - me pregunta mi hija.

- Si, es que prefiero no ir. Creo que es momento de contártelo ya, Abel y yo hemos roto, bueno, en realidad fui yo quien rompió - le explico.

PERDERME EN SUS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora