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Tal como el menor había dicho, a las seis en punto de encontraba esperando a Emilio fuera del centro comercial. Decir que estaba nervioso era realmente poco, joder, estaría con su amor platónico por el resto de la tarde y parte de la noche, podría jurar que sus piernas se habían transformado en gelatina.

Mordía sus uñas con desespero mientras que con su mielosa y llamativa mirada recorría una y otra vez el lugar en busca del rizado, se había fijado en cada detalle del chico, era imposible confundirlo.

-¡Mailo!- gritó en cuanto lo vio, alzando su pequeña mano en el aire para que el nombrado lo notara.

El rizado frunció su ceño al oír la voz conocida y alzó la mirada en busca del pequeño niño que lo había acosado gran parte de la noche.Sonrió al verlo, tan radiante como siempre.

-Niño tonto-saludó al estar a su lado. Joaquin río bajito y estiró su mano hacia la ajena, olvidándose por completo de sus nervios.

-No te digo nada porque me flechastes y te estás haciendo cargo- respondió- ahora vamos, ¡tenemos mucho que hacer antes de que cierren!

Sin esperar respuesta comenzó a tirar del mayor haciendo que este abriera sus ojos por la acción brusca. El pequeño castaño parecía un niño sacado de un cuento infantil, de esos que caminan dando leves saltitos y a su alrededor caen pétalos de rosa. O bueno, Emilio lo veía así mientras se reía de su actitud infantil.

Cuando el menor había dicho "tenemos mucho que hacer" Emilio no se esperaba que aquellas palabras fueran tan literales

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Cuando el menor había dicho "tenemos mucho que hacer" Emilio no se esperaba que aquellas palabras fueran tan literales. El castaño lo había arrastrado a cada rincón del centro comercial e incluso podría jurar que lo habían recorrido de pies a cabeza unas cinco veces.

A eso de las ocho y media su-según el menor-primera cita, acabo. Ambos chicos, uno totalmente agotado y el otro repleto de energía, caminaron rumbo a la casa del castaño tomados de la mano, oyendo sus chistes malos y los intentos de halagos del rizado.

-Ese fue malo- admitió riendo.

-¡Pero te ríes!

-Claro, porque nunca en mi vida escuche un chiste tan penoso.

El más joven hizo un pequeño puchero y soltó su mano, fingiendo estar molesto por sus palabras.

-No llevamos ni una semana y ya me maltratas- se quejo. Emilio se rio aún más.

-Pero si no solos pare...

Joaquín siseó interrumpiéndolo y se paro frente a él haciendo puntitas de pie para poder apoyar su dedo índice en sus labios. El rizado sonrió, enarcando una ceja.

-Si lo somos, ¿otra vez con tu perdida de memoria?-fingió bufar-debes hacerte ver, hombre.

-Joaquín...

-Cállate y camina, se un buen novio, Mailo.

El chico rodó los ojos y se dejó guiar por el castaño, sin borrar su gran sonrisa.

Un tonto lindo[Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora