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El mayor no pudo quitar sus oscuros ojos de la pequeña manita del castaño entrelazada a la suya sobre la mesa, realmente le resultaba demasiado adorable y apostaba lo que fuera a que podría cubrir toda su manita con solo una mano.

-¿Eres miedoso?- preguntó con curiosidad apretando ligeramente su manita. El chico mordía su labio inferior y agachó su rostro, sintiéndose avergonzado.

De todas las personas que podrían haber aparecido en que momento, ¿Porque debió ser Emilio?. Se sentía un niño a su lado, un niño estupido e inmaduro.

-Soy paranoico- confesó casi en susurro. Emilio frunció su ceño al no entender y carraspeó, repitiendo en un tono más alto- soy paranoico.

El mayor asintió acariciando suavemente su mano.

-Karma-Intento bromear, logrando que el chico soltara una pequeña risa nerviosa-ahora sabes lo que se siente ser acosado, espero que no vuelvas a perseguir gente en el centro comercial.

Joaquin río un poco más fuerte y negó- ¡es distinto!

-No, no lo es- sonrió- Yo también me asuste cuando me seguías.

Sus ojitos se abrieron un poco más e infló sus mejillas-pero yo no doy miedo, ese hombre si.

-Bien, no dabas miedo... ¡Pero sigue siendo acoso!

-Pero yo.... agh!- el castaño tiro su rostro hacia atrás, frustrado y a la vez divertido con el tema de conversación- Yo no tenía pinta de asesino.

Emilio rodó los ojos- sigue siendo acoso- canturreó.

-¡Pero fue tu culpa!- se intento defender.

-¿Mi culpa?- cuestionó alzando una de sus perfectas cejas-¿Porqué?

Joaquin no podía estar más rojo de lo que se encontraba, recordarle que había sido un acosador le era divertido, pero tenía que admitir que le daba algo de vergüenza, y más si las palabras salían de la boca de quien había sido su víctima.

-Por ser precioso-murmuro ladeando su rostro en un intento fallido de ocultar su sonrojo. El mayor soltó su manita unos segundos para permitirse apretar su moflete.

-Tu también eres un niño precioso y no por eso te acoso- respondió.

Bien, no se esperaba aquello. sintió como el calor aumentaba en la zona de sus pómulos y ojeras, mientras que sus labios formaban una pequeña "O". Emilio río enternecido volviendo a tomar su manita.

-¿Co-como haz dicho?- preguntó aún sorprendido, inclinándose hacia el sobre la mesa.

Emilio volvió a reír- No lo se, ya no lo recuerdo.

El entrecerró sus ojos, abriendo un poco más sus labios, ofendido.

-Sufro de pérdida de memoria, ¿lo recuerdas?-dijo burlón, sonriéndole.

Joaquin resoplo.

-No puedes usar mis propias palabras en mi contra- se quejo- debí haber grabado ese momento.

Emilio río y a los pocos minutos sus cafés y pastelitos estaban sobre la mesa. Comieron entre risas, malas bromas e incluso halagos. Una tarde divertida para el menor.

Una tarde perfecta según el mayor.

Un tonto lindo[Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora