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Luego de una cena agradable, Emilio aprovechó el resto del día para salir y recorrer la ciudad con el pequeño castaño, quien había aceptado mas que encantado. En la noche nuevamente cenaron en la casa del menor Gracias a su progenitora. La mujer había quedado asombrada y enternecida con la atención que Emilio le dedicaba a su hijo, incluso había fotografiado disimuladamente a ambos adolescentes más de una vez. Sonriente, revisó las fotos tomada mientras los chicos charlaban animadamente.

En la primera foto Emilio apretaba las mejillas de de ojos miel en medio de una discusión, burlándose de su ternura. En la segunda, Joaquín estaba inclinado sobre la mesa embarrando las mejillas del otro con la salsa de la pasta, riendo por venganza. En la tercera el moreno tomaba la mano ajena mientras le suplicaba a su hijo que no lo pateara por debajo de la mesa. Y en la cuarta y última, ambos se miraban fijamente mientras sonreían.

Esperaba ansioso que su hijo comenzara una relación con aquel muchacho de ojos cafés.

Al día siguiente no se esperaba despertar y a ver su hijo histérico en la sala. Asustada se acercó a él.

-¿Sucedió algo cielo?-preguntó con mirada cautelosa. El nombrado se sobresaltó al verla y corrió a sus brazos-¿pasó algo con Emilio?

-¡Es un idiota!-chilló.

-¿Que...

-¡Me acaba de avisar que en una hora pasa a buscarme para conocer a su familia!¡es un bastardo!-la interrumpió-¿Que debo ponerme?¿¡Y si no le agrado a su familia!? ¡Mamá méteme en una caja y envíame a Japón, te lo suplico!

Permaneció unos segundos en silencio, para luego comenzar a reír escandalosamente, ganándose un leve empujón por parte del chico.

-No es gracioso, ¡Me quedaré en casa de los abuelos! Dile a Emilio que me mude a otro continente, Adiós.

——

-Voy a matarte-espetó mientras abría la puerta. Al final su progenitora lo había atado a una silla sin importarle sus quejas y comenzó a vestirlo, diciéndole lo hermoso y tierno que se veía enojado.

Odiaba tener cara de bebé.

Emilio reprimió una risa y tendió sus brazos hacia el, esperando un abrazo. Sin embargo lo único que obtuvo fue una mirada de odio.

-¡Emilio!- exclamó Eli al verlo en la entrada. Empujó a su hijo, logrando que este acabara en los brazos del moreno, y luego le sonrió-vamos, llévatelo antes que escape.¡Mucha suerte! ¡Y espero que cuando vuelva esté gritando que ya son pareja! ¡Adiós!

Y sin darle tiempo de responder, cerró la puerta sin borrar su sonrisa.

Emilio río- siento que amo a mi suegra.

-cállate

Un tonto lindo[Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora