Capítulo XI

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UN SIMPLE TRANSPORTADOR

Isaac

"Apenas puedo respirar, el pecho me arde, escupo sangre, el sabor metálico me asquea.

Mi rostro está pegado al suelo, mi pierna duele demasiado, estoy lleno de sangre que no sé si es mía o suya, él está a mi lado, frente a mí con una mano extendida, algo reluce sobre ella; alargo mi brazo intentando tomarlo pero me detengo al escuchar pasos detrás de la puerta, se abre, él está ahí, me mira fijamente y dispara"

Despierto, mi respiración esta agitada, mi corazón parece una bomba contra tiempo. Me toma unos segundos deducir dónde me hallo; es mi habitación, estoy en mi casa, en mi cama.

Las cortinas abiertas muestran la luz de la luna. Me quedó estático con los recuerdos de las últimas horas que penetran mi mente de forma tán rápida como si de una película se tratara.

El hospital, la pelea, Zachary, Levi, Valentina, Max...

¿Max? ¿Quién es Max?

Comienza la desesperación, los recuerdos son vagos y confusos hasta la caída de Scarlett. ¡Mierda!

¡Scarlett!

Me levanto con arrebato.

¡Scarlett!

Se quién era. Carajo, yo sé quién era. Zachary disparó, su nombre salió de mis labios en un arranque. La conozco, igual que conozco a los otros dos.

¿Pero cómo? ¿De dónde?
"Tu otra vida"

Otra vida. Mi otra vida.

Me siento de golpe, revivo el momento donde la veo caer a través de la ventana, cierro los ojos e intento pensar en algo más allá, algo relacionado con su nombre pero nada, lo único que consigo es un horrible mareo que trae consigo un deseo de vomitar, corro al baño, apenas logro abrir la taza y arrojar todo lo que sale de mi garganta, el dolor abdominal me exige que me detenga pero no puedo, la sola escena de la sangre en mis manos produce más arcadas que si no fuera porque me estoy obligando a abrir la boca ya me habría desmayado por el esfuerzo.

Recuesto mi cuerpo contra la pared cuando termino, aprieto mi estómago con fuerza tratando de apaciguar el dolor sin éxito, mi mente empieza a disociarse, mis ojos se sienten pesados con el paso de los segundos y me siento muy cansado.

"El anillo..."

Escucho un susurro apenas audible pero es insistente y no me deja dormir.

"El anillo..."

Mis ojos tratan de encontrar la voz pero no hay nadie más en el baño, estoy solo.

"Busca el anillo..."

Lo escucho con más claridad, son mis pensamientos pero no puedo comprender a que se refieren, me levanto despacio con cuidado de no terminar en el piso mientras trato de entender las palabras que salen de mí. Me quedó parado a mitad de la habitación, ¿Qué debo buscar?

"Busca el anillo..."

¡Mierda! ¡El maldito anillo!

ColapsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora