Capítulo XV

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UN NUEVO ENIGMA
Isaac

¡Mierda!

Un impacto contra mi cabeza me pone peor de lo que estaba. Abro los ojos con pesadez sintiendo un gran cansancio como si no tuviera energía alguna, tengo demasiado mareo y no ayuda que haya un zumbido en mis oídos que me pone aturdido.

Mi cuerpo está cubierto por algo pesado y pronto me doy cuenta de que es mi amigo el que se encuentra encima mío. Todavía estamos en el auto pero yo estoy atrapado entre los asientos traseros y la reja que divide a los policías de los criminales.

El ruido de mi oído va disminuyendo conforme otro sonido toma el protagonismo, es la bocina del carro que suena a todo volumen sin interrupción debido a que uno de los policías está desmayado contra el volante mientras que el otro tiene su cabeza contra la ventana, ambos inconscientes.

Daniel se levanta con dificultad quejándose de dolor cuando recuesta su cuerpo contra el asiento, hago lo mismo que él pero con mayor dificultad debido a que mi cuerpo está muy agotado tanto física como mentalmente, me golpearon, me inyectaron algo extraño y ahora hay que sumarle que me electrocutaron. Respiro con dificultad gracias al dolor de mi pecho que incrementa mientras voy tomando conciencia de mi alrededor.

El auto está estrellado contra una farola de luz por lo que asumo hemos tenido un accidente; Daniel logra abrir la puerta de su lado cayendo de espaldas contra el piso lo que provoca otro gruñido de dolor de su parte.

Salgo con demasiado entorpecimiento debido a que aún sigo esposado, noto como varias personas se han detenido a ver el espectáculo y puedo captar el sonido de las sirenas a la lejanía, miro a Daniel menear su brazos y no sé cómo lo hace pero logra sacarse las esposas, me toma de los brazos moviéndome a través de las calles alejándonos del lugar.

—Espera —trato de detenerlo pero su fuerza es superior a la mía.

—Tenemos que movernos —dice mientras caminamos—. No podemos quedarnos ahí.

—¿Qué acaba de pasar? —apenas y puedo articular palabras.

Se detiene un momento para hacer lo mismo que a él y quitarme las esposas de las muñecas.

—Iremos a casa y ahí hablaremos de todo esto.

—¡No! —lo detengo—. No podemos ir a casa, es Alejandro, esta actuando muy extraño —explico—. Está ocultando cosas.

—Pues tal parece que no es el único que oculta cosas en estos momentos —sube el gorro de mi sudadera así como lo hace con la suya para evitar que nos reconozcan.

—¿Qué pasó con el auto? ¿Tuvimos un accidente?

—Algo así —mira a todos lados—. Estaba más concentrado en asegurarme que no estuvieras muerto que en mirar lo que estaba pasando, solo sé que de un momento a otro el auto perdió el control y nos estrellamos.

¿Me estará diciendo la verdad? ¿Debo creerle?

—Camina o nos descubrirán.

—¿No estás mintiendo verdad?

—¿De qué hablas? —trata de acercarse a mi pero retrocedo evitando que me toque—. ¿Por qué carajo haría algo así?

—Tengo que volver al hospital —buscó un camino pero apenas avanzó pierdo ligeramente el equilibrio.

—No puedes volver al hospital y menos por tu cuenta —esta vez si me toma de los brazos—. Apenas y puedes mantenerte en pie, estás mal, tenemos que irnos, buscar un médico que pueda atenderte y déjame recordarte que nuestro amigo es uno.

ColapsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora