Capítulo 4

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—Ya hemos vuelto —anunció (TN), mientras acababa de subir las escaleras hasta el último piso

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—Ya hemos vuelto —anunció (TN), mientras acababa de subir las escaleras hasta el último piso. Hewitt le seguía por detrás—. Esta vez nos ha tocado ir a otro supermercado. Ya se han acabado las existencias en el anterior.

—Dejadlo todo ahí, junto al resto —indicó Bellamy—. ¿Os unís a la partida?

Él y la pequeña Masako estaban jugando a las cartas. (TN) asintió. Ella y Hewitt dejaron las bolsas junto al resto de provisiones y se sentaron junto al resto.

Ya llevaban un poco más de tres meses conviviendo en aquel edificio abandonado. A pesar de sus peligrosas pintas, habían resultado ser unas tipos bastante agradables. Habían pasado los días jugando a cartas o a algún juego de mesa, dando paseos por el bosque, practicando nuevos movimientos para atacar y esquivar a los infectados... Desde luego, no habían tenido tiempo para aburrirse.

—Hoy me toca a mí hacer guardia —recordó la peli(t/c), después de dar el último bocado a su sándwich.

—Bien. Entonces nosotros nos encargaremos de recoger todo esto. ¿Nos ayudas, Masako? —preguntó el rubio, mientras se incorporaba. La pequeña asintió, levantándose también. Se sacudió el pantalón antes de ponerse manos a la obra.

(TN) no pudo evitar que se le escapara una pequeña sonrisa mientras observaba a su hermana. Estaba más obediente y responsable que nunca. Se dio media vuelta y se acercó hasta el borde del edificio. Apoyó la espalda en una de las paredes y contempló las vistas.

El cielo estaba a punto de volverse totalmente negro. No había nubes ese día, así se podrían observar las estrellas en su total plenitud aquella noche. La joven se sobresaltó ligeramente al escuchar un ruido a su lado.

—Perdona, te he asustado —se disculpó Bellamy, que acababa de apoyar un farolillo con una vela en su interior. Es lo que solían utilizar para iluminar cuando caía la noche—. Masako ya se ha acostado, y Hewitt también.

—Gracias por traerlo —agradeció ella. Se quedó algo extrañada cuando el chico se sentó a su lado—. Puedes ir a dormir. Yo me encargo de vigilar.

—Me apetece quedarme un rato aquí.

—Ah, claro. Está bien.

Pasaron un rato allí, en silencio, con la mirada perdida en el paisaje nocturno que tenían ante sus ojos. De repente, comenzaron a escuchar los profundos y sonoros ronquidos de Hewitt. Ambos se miraron y (TN) intentó ahogar unas pequeñas carcajadas que estaban a punto de surgir por su boca.

—Menos mal que los infectados no pueden llegar hasta arriba. Estaríamos rodeados —comentó, divertida, sin alzar mucho la voz.

—Lo que no entiendo es como tu hermana puede dormir como si nada —añadió él.

—Tiene el sueño muy profundo. No te lo puedes ni imaginar.

—(TN)... —murmuró el rubio. Ella le miró fijamente, esperando a que continuara—. Me gustas mucho. Hacía ya un tiempo que quería confesártelo, pero temía por tu reacción. Tampoco quiero que se estropeé este ambiente que hemos ido creando.

Epidemia One Piece «Law x Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora