En la zona poblada más cercana al bosque del clan Nara, Ino, Chōji y Maki aguardaban el retorno de sus amigos.
A pesar de no estar presentes en el funeral, la tristeza estaba estancada en sus rostros. La poca concurrencia del lugar no hizo otra cosa más que acentuar el silencio sepulcral que los rodeaba. No había nada que alguien pudiese decir para sofocar esa asfixiante pena que compartían. No obstante, cuando el cielo los privó de los danzantes copos de nieve que venían acumulándose lentamente entre sus pies, el Akimichi habló.
—Están tardando demasiado —soltó Chōji con un deje de preocupación.
—No esperaría que sea de otra manera —opinó Maki, intuyendo que no sólo necesitaban despedirse de su niña, sino también de aquel maravilloso amor que forjaron juntos—. Esta será la última vez que tengan un momento a solas.
—Si sólo fuese bajo circunstancias menos trágicas —deseó Ino, maldiciendo la suerte de su amigo.
Chōji pensó por un momento en las palabras de Maki, y supo entonces que ninguno de los tres podría ser de utilidad. Una fuerza mayor había traído un intenso dolor a la vida de Shikamaru y Temari, y no había nada que nadie pudiese hacer para subsanarlo. Peor aún, en esos momentos y por el afán de ayudar, ellos podrían estar estorbando. Él suspiró ante esta incómoda revelación y, seguidamente, se la comunicó a las damas.
—No deberíamos estar aquí —dedujo el bonachón, entendiendo que su presencia no era requerida—. No sólo no seremos capaces de apoyarlos, sino que les robaremos su tiempo juntos de camino de vuelta a la aldea.
En ese preciso instante, y antes de que cualquiera de ellos pudiese decir algo más, un ninja descendió de los tejados en busca de la Yamanaka.
—Ino, Kakashi-sama te espera en su oficina —mencionó el hombre sin dar detalle sobre el motivo de la convocatoria.
—Entiendo, en seguida voy —respondió la rubia, dirigiéndole la mirada y la palabra al Akimichi antes de retirarse—. Tienes razón, Chōji. Ustedes también deberían volver a la aldea.
Cuando Ino partió, y sin saber exactamente el motivo, el castaño tomó la mano de la especialista en sellos y se aferró a ella, como apreciando mucho más su compañía ante el peligro de que fuera algo efímero, como lo fue para Shikamaru la compañía de Temari.
A paso lento, se adentraron en las calles de Konoha. Maki notó que lo que inquietaba a Chōji no se vinculaba con el Nara o la Sabaku No, sino con ella misma.
—No voy a desaparecer —le mencionó la dama de mejillas marcadas como respuesta al apretón posesivo que su mano recibía, intentando alivianar la preocupación lógica que su novio sufría por esos momentos.
El Akimichi volteó el rostro para mirarla a la cara. Si bien la expresión serena de Maki lo reconfortaba, de alguna manera, eso ya no era suficiente.
—Pero te irás —siseó él, insatisfecho ante el hecho de que no sabía cuándo volvería a verla.
—No puedo dejar a Temari sola ahora, así como tú no puedes dejar a Shikamaru —indicó ella, explicándole con calma que la razón de aquello no se vinculaba con él.
—Lo sé —profirió Chōji pensativamente para luego agregar—, pero también me pregunto, ¿hasta cuándo esto será así?
—¿Eh? ¿A qué te refieres? —investigó Maki al no comprender del todo la inquietud que lo aquejaba.
—Yo te quiero y tú a mí, ¿no es así? —corroboró el chūnin con cierta inseguridad.
—Claro que sí —afirmó la dama de ojos grises con severidad, asegurándole que sus sentimientos hacia él no habían cambiado—. No lo dudes ni por un instante.
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Viento de Agosto
FanfictionCuando Shikamaru finalmente toma decisión de aceptar y manifestar sus sentimientos hacia Temari, ella se muestra feliz y preocupada. Temari tiene un secreto que no puede decirle a Shikamaru, pero es solo cuestión de tiempo para que él se entere. En...