Adenium Obesum

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Los tres días de viaje se pasaron rapidísimo. Temari no sentía el tiempo fluir en el viaje de ida cuando visitaba Konoha, pero al regresar a Suna las horas parecía duplicarse. Una vez más, la Sabaku No estaba a punto de llegar a la Aldea de Hoja para trabajar como censora en los exámenes Chūnin pero esta vez algo la inquietaba, nunca había pasado su cumpleaños fuera de Sunagakure salvo que hubiese tenido alguna misión de alto rango y no hubiese nadie para reemplazarla.

Pero ese año los exámenes Chūnin se habían postergado debido a la serie de acuerdos de paz que el final de guerra había traído consigo. Ya habían pasado dos años desde que la alianza shinobi se declaró ganadora pero reconstruir las aldeas dañadas tomó demasiado tiempo como para centrarse de tratados de paz innecesarios, y digo innecesarios porque la economía de las grandes naciones había perdido su fuerza por lo que ningún Kage tenía intenciones de desafiar la autoridad y soberanía de otro.

Pese a lo expuesto el tiempo había seguido su incesable marcha y antes de que alguien se diera cuenta Agosto había llegado sin que lo exámenes Chūnin fuesen siquiera programados, razón por la cual la aldea de Arena y de la Hoja unieron esfuerzos una vez más para realizar un improvisado pero eficiente cronograma.

—Debes estar allí el veintitrés de este mes —había anunciado Gaara y sin oponer resistencia la embajadora de Suna había accedido. Supongo que, a pesar de las contrariedades, de tener que pasar su cumpleaños fuera de la Aldea de la Arena no existiría según su criterio un mejor destino que Konohagakure. No obstante, la desgracia con suerte seguía siendo una desgracia frente a los verdosos ojos de la kunoichi.

Vaya forma de pasar mi cumpleaños —caviló la rubia atravesando las puertas de la ciudad para presentarse frente a los guardias, quienes la saludaron respetuosamente como siempre. La dama de la arena firmó la planilla de ingreso y se adentró a Konoha sorprendida de que el Nara no estuviera aguardando su llegada como de costumbre.

Seguro estaba mirando las nubes y se quedó dormido sin darse cuenta —imaginó la dama dirigiéndose primeramente al palacio del Hokage y planeando dejar sus cosas en el hotel de siempre con posterioridad. Sin embargo, antes llegar a mitad de camino se encontró el aspirante número uno a Hokage y salvador del mundo shinobi.

—Oh Temari—chan —notó el rubio al divisar a la mencionada pero de inmediato la duda se clavó en su rostro— ¿Dónde está Shikamaru? —cuestionó como adosándole forzosamente al vago.

—¿Quién sabe? —soltó ella fingiendo desinterés.

—Si tú estás aquí y él no te acompaña solo puede significar que está en una misión —quiso deducir el Uzumaki aparentando astucia pero su argumento fue rápida, cruel y severamente desmantelado por la Sabaku No.

—Tsunade-sama no le daría una misión ahora siendo que mañana empiezan los exámenes Chūnin —afirmó ella sin dejar lugar a replicas.

—Es verdad —concordó el Uzumaki y de inmediato buscó otra alternativa— quizás esté ocupado trabajando en la oficina —supuso y aguardó por la respuesta de Temari quien alzó una ceja esperando que el hiperactivo shinobi se diera cuenta solo de la estupidez que estaba diciendo.

Shikamaru... trabajando —meditó la rubia al oír esas dos palabras que nunca irían de la mano— probablemente la única ocasión en la que trabaja es cuando vengo aquí y eso sucede una vez al año o dos con suerte. ¿Cómo demonios es que este chico salvó al mundo? —se preguntó en silencio al notar que Naruto no era muy perspicaz que digamos.

—Sí, seguro está trabajando —exclamó ella para terminar el tema y luego agregó— mejor voy a hacer lo mismo —se excusó para poder seguir su camino y ya no tener que debatir absurdos hilos de pensamiento.

Viento de AgostoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora