"Entonces ella se paró en puntas y lo besó"... ¿Por qué no hay una historia que diga lo contrario? Algo así como "Entonces ella se agachó para poderlo besar mejor" como si todos los príncipes azules fueran siempre más altos que la chica. Pero... No...
Yachi estaba arreglando a Nishinoya. Al parecer, ella había traído su pequeña cosmetiquera. Yo no estaba viendo el proceso, sólo estaba jugando con mi teléfono.
– Un poco de labial transparente aquí... – decía Yachi con concentración – Siento que no me está quedando.
– Nishinoya, no creo que tú estés... – al voltearme hacia él. Me quedé sorprendido – ¡Oh por Dios!
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– ¿¡Cómo conseguiste esas extensiones!? – me acerqué a Nishinoya y le empecé a revisar sus coletas – ¡¡Se ven tan reales!!
– ¡Es porque lo que estás agarrando es mi cabello real, Ryuu! – Nishinoya separó mi mano de su cabello – Bueno, esta parte no es mío.
– Es que una vez mi mamá había pedido en línea unas extensiones – nos empezó a explicar Yachi – Pero se equivocaron y no lo pudimos devolver. Al menos concordó con su cabello.
– Guau, sigo sorprendido – admitió Hinata – Con ese estilo y estatura en serio que se ve como una chica.
– ¿¡Qué dijiste de mi estatura!?
– ¡Nada, nada! – se espantó Hinata.
– ¡Ahora vete de una vez a cambiar antes de que toquen el timbre, Nishinoya! – le di a Nishinoya el uniforme de Datekou – Que creo que te tardarás como unos veinte minutos en llegar aquí.
– ¡Sí, Ryuu!
– ¡Espera, Nishinoya! – lo detuvo Yachi. Ella le entregó un paliacate – ¡Esto es para que te cubras tu manzana de adán!
– ¿Eh? ¡Gracias! Yachi... ¿Cómo es posible que hayas estado tan preparada?
– ¡Sólo imaginé que necesitaban material para que funcionara su plan! Entonces me preparé.
– Nishinoya – se interpuso Hinata – Si quieres puedes agarrar mi bicicleta para que puedas llegar más rápido.
– Yachi, Shoyo... – dijo Nishinoya con una sonrisa – ¡Son los mejores chicos! ¡¡Cuando vuelva, les voy a invitar algo en la tienda de Ukai!!
– ¡Sí! – exclamaron los dos de primer año.
Fui con Nishinoya al baño para poder vigilar que ningún chico pudiera entrar mientras Nishinoya se cambiaba de uniforme.
Después, él me entregó su uniforme en el otro lado de la puerta del baño. Fue suerte que nadie entrara al baño. Luego, Nishinoya salió del baño y empezamos a correr hacia la salida.
