La fruta no cae lejos del árbol

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Aquí comienza un "especial tercera generación" de varias partes.

La fruta no cae lejos del árbol

1er año.

Draco no se sentía particularmente sorprendido cuando tomó asiento frente a la directora McGonagall. El viejo había decidido retirarse, al fin, después de lo que parecía ser un siglo de enseñanza. En su opinión, era necesario el cambio.

Sus palabras tampoco fueron inesperadas.

—Su hijo sale de la cama por la noche, desaparece sin motivo, entra al Bosque Prohibido, y le ha quemado la cola a la señora Norris, ¡dos veces, sólo en este mes!

Observó de reojo a su esposo. Harry tenía una expresión seria, pero la chispa de diversión en sus ojos le advertía que pensaba de forma similar a él; Orión robó la capa de invisibilidad de la oficina de Harry en Nyx, tomó un par de mapas, juró que los iba a mejorar, y entró a un colegio de magia con su mejor amigo. ¿Acaso esperaban algo diferente?

No, Draco no esperaba menos que problemas. Cientos de problemas.

2do año.

McGonagall lucía en serio exhausta, apretándose el puente de la nariz, cuando ambos se sentaron frente a ella.

—Seré franca —indicó, despacio—: no tengo la menor idea de dónde ha sacado Orión un ejército de Runespoor con los que perseguir a los Gryffindor de su curso. Y tampoco estoy muy segura de qué pensar al respecto.

Draco y Harry intercambiaron miradas.

Hay que reconocérselopensó, a mí no se me hubiese ocurrido usar a un ejército entero. Quién sabe qué tipo de pruebas extrañas tenían los Juegos de Slytherin ese año.

3er año.

Esa vez, McGonagall guardó silencio por unos instantes, luego de que los dos estuviesen en sus asientos.

—¿Saben algo? Siento una enorme curiosidad por cómo un grupo de niños con sólo un par de clases de Cuidado de Criaturas Mágicas consiguió fascinar a toda la comunidad de sirenas lo suficiente como para que se acercaran a la orilla y asustaran a los Gryffindor, además de llevarlos a su pueblo y de regreso sin ahogarlos.

Mientras le contestaban, por debajo de la mesa, Draco le tendió un galeón a su esposo. Apostaron a que se metería al Lago Negro al "mejorar" sus antiguos mapas; Draco creyó que tendría problemas con el calamar. Harry alegó que a Orión le gustarían más las sirenas.

4to año.

McGonagall tenía ojeras y sostenía su cabeza entre las dos manos. Habló muy, muy lento, sin esperar a que se sentasen.

—¿Alguno de ustedes me puede explicar cómo es que su hijo burló mis protecciones y entró al Torneo de los Tres Magos que se celebrará este año...?

Por debajo de la mesa, otra apuesta era pagada. Draco recibía el galeón esa vez; sabía, desde que vio el traje de gala en la lista de útiles del colegio, que Orión no dejaría escapar su oportunidad.

5to año.

—Tengo a un Hufflepuff fundido en una pared y la Cámara de los Secretos abierta —McGonagall lo soltó nada más oír la chimenea de su oficina. Estaba reclinada en el respaldar de su asiento y unía las manos a la altura de sus ojos—. ¿Por qué tengo a un Hufflepuff fundido en una pared y la Cámara de los Secretos, que ni siquiera debería existir, está abierta?

Rayo de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora