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Cap. 8

Barrio chakarita.
10:04 p.m.
Seis años antes del atraco.

El chico salió de la estación de policía dándole una fuerte patada al tacho de basura que se encontraba en la vereda. El enojo que tenía era inmenso y necesitaba descargarlo.

Tres meses, habían pasado tres meses desde el incidente, habían pasado tres meses en los que no había podido conciliar el sueño, tres meses en los que se pasaba las tardes metido en la sala de espera de la estación en busca de noticias, tres meses del café amargo que le servia la secretaria mientras le dedicaba una mirada de pena, tres meses en que los ineptos de los oficiales no hacían su trabajo, tres meses que no sabía absolutamente nada de su hermana.

La policía aún no daba con los responsables, habían encontrado el helicóptero cerca de un puerto así que suponían que se habían ido en un barco, junto con ellos tres personas entre las que estaba Paula, la única diferencia es que una era una artista que encontraron después de que hayan recibido plata de parte de la familia.

"Perdón muchacho, hacemos lo que podemos, ya alertamos a los países con puertos cercanos, lamentablemente si no sabemos nada en él próximo mes puede que retiren el caso"   eso había dicho el oficial, en otras palabras la darían por muerta porque no valía lo suficiente como para seguir perdiendo tiempo y dinero en su caso.

Apartó una lágrima que rondaba por su mejilla con brusquedad, desde aquella noche no puede dormir y se la pasa llorando hasta que su cuerpo lo obliga a detenerse, el enojo por la culpa, la tristeza y la ansiedad estaban consumiendo poco a poco al castaño, otra lágrima rebelde paso por su mejilla ¿Cómo era posible que aún le quedarán más? Ya no quería llorar, ya no quería sufrir, lo único que quería en ese momento él mismo se había encargado de alejarlo, todo era su culpa.

Paro en seco y golpeó una botella de cerveza que se encontraba tirada en el piso, soltó otra lágrima al sentir el ardor y ver cómo salia sangre de sus nudillos, le habían quedado pequeños pedazos de vidrio incrustados en la piel.

Ya no importaba, no había dolor más grande que el que lo estaba hundiendo en el océano de su confusa y nublada mente.
Quería despertar, quería volver a ver los rayos de luz por su ventana y dirigirse a la cama donde se encontraba durmiendo su hermanita y tirarle una almohadón para hacerla enojar mientras salía corriendo gritando un " buenos días pulga dormilona" y se dirigía a desayunar con su vecina del frente, Marta, que se había convertido en algo así como una abuela y guardiana para los chicos, comían siempre con ella y les alquilaba un pequeño depto, cómo los hermanos no contaban con dinero lo hacía a cambio de que le ayudarán en su casa y su hijo les ayudaba con la educación. Habían encontrado personas de bien, no era el mejor escenario de vida, pero eran felices, se tenían el uno al otro.

Ahora ya no podía ver esas paredes como su hogar. Ya ni siquiera ayudaba a Marta, ahora se dedicaba a fumar y hundirse en sus penas, la señora lo intentaba ayudar pero Valentín se esmeraba en alejar a todos, ya no quería compasión, no la merecía.

Miró al cielo, no habían estrellas y la luna se ocultaba entre la neblina, era un invierno duro y no andaba lo suficiente abrigado, sintió una ráfaga de viento frío que le herizo  la piel.

- ¡YA BASTA! - gritó el pálido chico - ¡QUIERO DESPERTAR DE ESTA HORRIBLE PESADILLA YA! - no gritaba a ningún punto específico pero esperaba que alguien, en alguna parte del mundo, lo pudiese escuchar- ¡YA NO QUIERO ESTO! - su tono de voz se iba haciendo cada vez más bajo - ya no quiero esto - dijo en un último suspiro, ya no le quedaban más fuerzas-.

¿Había comido algo en todo el día? no lo recordaba.

La calle estaba desolada ya ni siquiera sabía por dónde iba, hace tiempo que el chico castaño y ojos azules que ahora se encontraban rojos debido a las inmensas ganas de llorar se había perdido.
El único lazo que lo seguía atando a este mundo era el mismo que se había encargado de arrojar al vacío.

Empezó a caminar sin prestar atención a la calle, se desconocía totalmente en los reflejos de las ventanas y edificios, no era solamente lo desgastado que se veía físicamente sino lo distinto que se sentía por dentro, totalmente vacío.

Continúo en línea recta hasta que el tiempo se detuvo por una milésima de segundo.
Un ruido proveniente de las llantas de un auto que se acercaba a gran velocidad lo hicieron salir de su trance, ya era muy tarde para apartarse, lo sabía ¿Valía la pena siquiera intentarlo? ¿Luchar? ¿Su hermana estaría luchando?
El conductor sonó el claxon y giró velozmente el carro, la fuerte luz blanca en medio de la noche cegó al castaño por un momento, a pesar de la rapidez con que el auto había girado le alcanzó a pegar por un costado haciendo que el chico saliera hacía atrás por el impactó y rodará por el frío pavimento.

No sentía dolor, no físico al menos.

El helado cuerpo del castaño se encontraba por el suelo pidiendo una tregua, tenía un par de rasguños y heridas, probablemente al siguiente día aparecerían moretones.

Iba vestido con un desgastado jean negro y una campera del mismo color, en la oscura calle solo era una mancha imperceptible.

Escuchó a varios chicos murmurando y arrastrando palabras, sus párpados pesaban y su respiración era lenta ¿Iba a morir? recordó a su hermana ¿Finalmente si se iban a reencontrar no?   " Allá te espero Pau"  eso había gritado aquella noche, al final no mentía ¿cierto?.

Un chico mucho más grande que él se paró al lado, tenía la cara tatuada, murmuraba cosas pero en los oídos de Valentín no llegaba nada más que un agudo pitido interminable.

-Tranka bro, te llevaremos a casa - dijo- va a estar todo bien ñeri -  con dificultad prestaba atención intentando procesar los sonidos que salían de la boca del mayor.

Cuántas veces había escuchado esas palabras.

La vida le estaba dando otra oportunidad, de volver a ser él, de volver a encontrarse, de tener un motivo.

Uno no tropieza dos veces con la misma piedra dicen ¿Pero cuántas veces tropezamos con nosotros mismos? ¿Cuántos errores iba a cometer para finalmente entender que el error estaba en él? ¿Cuando iba a permitirse sanar las heridas que él mismo volvía a abrir cuando estaban a punto de cicatrizar? ¿Cuando iba a ser capaz de quitarse la venda de su propio dolor?

Regresó al punto de inicio, aquí iba nuevamente, nuevas personas, nuevas promesas, mismo destino.

Ese fue el día en que inició la partida de ajedrez para Valentín, un juego de blancas y negras, un juego entre el bien y el mal,
y su cuerpo sería el tablero dónde ambas fuerzas disputarian el jaque por ver cuál de las dos era más fuerte.






































Por si no quedó claro el tatuado que lo encuentra es el duki banda

Ahora sí jeje, gracia' por leer  bbas

<3












Atraco ; WosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora