✾ CAPITULO 2✾

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✾ CAPITULO 2✾

Krist se quedó con la sensación de que sólo había querido hacer una comprobación, tal vez verificar que su pasión seguía viva. Y lo estaba.

Lo que Krist no tenía muy claro era si aquello le parecería al Príncipe una buena noticia.

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Krist dio otra vuelta en la cama y se giró para mirar el reloj. Estaba tan cansado por la tarde que se había retirado a su dormitorio para echarse una siesta, y ahora era incapaz de conciliar el sueño.

Era casi medianoche, y se sentía más inquieto que cansado. Tal vez se sentiría mejor si saliera a respirar un poco el aire.

Se levantó y abrió las puertas del balcón que había en su alcoba. Nada más salir sintió el aire fresco del otoño y aspiró con fuerza el aroma de las flores del jardín y del mar que se adivinaba algo más allá.

Podía escuchar los sonidos de las criaturas nocturnas acompañado por el vaivén de las olas. Aquello era como un sueño, pensó con una sonrisa. Pero había descubierto que los sueños a veces no terminaban felizmente.

La última vez que había estado sólo de noche en aquel balcón había soñado con un príncipe con el que compartir aquel momento. Pero ahora ya sabía que los príncipes eran unos tipos estupendos...vistos desde fuera.

Un sonido extraño le llamó la atención.

Krist se giró y distinguió a alguien moviéndose entre las sombras. El corazón le dio un vuelco. No por miedo, sino porque había reconocido a aquel hombre sin necesidad de verle la cara.

Singto caminó hacia él guiado por la luz de la lamparita que había justo a la izquierda de la puerta del dormitorio de Krist.

No dijo ni una palabra.

Tanto mejor, porque Krist tenía la garganta seca. Llevaba puestos unos pantalones vaqueros y camisa polo. Aquél atuendo no tenía nada de raro, pero Singto era un príncipe y Krist nunca lo había visto de otra manera que no fuera con traje de chaqueta o esmoquin. O desnudo.

Pero mejor sería borrar aquella imagen de la cabeza, pensó.

Singto se detuvo a menos de un metro de él. Su expresión no reflejaba nada en concreto, pero Krist tuvo la impresión de que no se alegraba de verlo.

Medía al menos dos metros, lo que significaba que le resultaba muy fácil a Singto mirarlo por encima del hombro. Krist sintió el deseo momentáneo de dar un paso atrás.

Pero en su lugar hizo lo que mejor se le daba: Decir lo que pensaba.

—Tengo que decir que surges de la oscuridad mejor que nadie -dijo Krist apoyándose contra la barandilla. —¿Es algo innato en los hombres de Honey o se trata más bien de una habilidad propia de príncipes?.

—Veo que todavía no has aprendido a contener tu lengua —respondió Singto mirándolo con los ojos entornados. —Como un civil cualquiera que eres, deberías saberlo ya.

—P'Singto, tienes que renovarte —aseguró Krist poniendo los ojos en blanco. —Estamos en un nuevo milenio. Las personas 'cualquiera' tenemos cerebro y lo utilizamos. ¿O todavía no te has enterado? -preguntó sarcasticamente.

—Soy el Príncipe Singto de Honey —dijo entonces Singto con cierta agresividad. —No puedes hablarme de ese modo. Tienes que aprender cuál es tu sitio.

—La última vez que miré mi sitio, estaba tres metros más allá —respondió Krist señalando su dormitorio con la mano. —Así que lo conozco perfectamente y debo decir que es precioso.

[Terminado] El Secreto Del PrincipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora