✾ CAPITULO 4 ✾

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✾ CAPITULO 4 ✾

Pero tampoco quería pensar mucho en qué era lo que el mismo deseaba porque tenía el presentimiento de que la verdad lo aterrorizaría.

Desear la luna era dar el primer paso para que a uno se le rompiera el corazón. El problema era que Krist podía sentir como levantaba el zapato para dar aquel primer paso.

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Krist le echó un vistazo a las mesas repletas de regalos. Cada uno de ellos era lo suficientemente hermoso como para figurar en una vitrina.

New abrió una caja envuelta en papel de seda blanco y sacó un impresionante jarrón de cristal pulido a mano. La pieza brillaba bajo la luz del día como un gigantesco diamante.

—Vaya, qué cosa más bonita —dijo Mild entrando en la sala de los regalos. —¿Llego demasiado tarde?. ¿Has abierto ya la caja en la que te envían un par de elefantes?.

New soltó una carcajada y corrió a abrazar a su hermanastra.

—Me alegro mucho de que hayas regresado —dijo Mild girándose después para abrazar también a Krist. —La última vez estuviste muy poco tiempo. En esta ocasión tienes que quedarte algo más.

Krist asintió con la cabeza y sonrió al ver a New y Mild charlar de los regalos. Estaba claro que durante los últimos cuatro meses se habían hecho muy amigos.

Era normal que sucediese. Aunque acabaran de conocerse eran parientes. Ambos eran parte de la nobleza y New iba a casarse con la mano derecha del marido de Mild.

Ambos vivirían en la Ciudad de los Ladrones, una hermosa localidad situada a varios kilómetros de la capital de Honey.

—Anoche te vi bailando con cierto Príncipe —aseguró Mild girándose hacia Krist y pasándole el brazo por el hombro. —Daba la impresión de que entre ustedes había algo...

—Siento decírtelo, pero no estoy destinado a ningún Príncipe arrogante por muy guapo que sea —se apresuró a defenderse Krist sintiendo sin embargo cómo le ardían las mejillas.

—O sea, que lo encuentras guapo —dijo Mild .

—No está mal —respondió Krist apretando los labios, molesto por haber caído en su propia trampa.

—Claro, claro —dijo  soltando una carcajada. —P'New, creo que tenemos que hacer un poco de cupidos con tu hermano.

Krist pensó en cómo Singto estaba más que dispuesto a irse a la cama con él y en cambio no había intentado ni una sola vez ponerse en contacto con el cuando se marchó.

Krist no había sabido absolutamente nada de él en cuatro meses.

—No necesito cupidos, ni celestinas. Ya les he dicho que los Príncipes arrogantes no son mi estilo —aseguró Krist.

—Tanto peor —dijo Mild abriendo otra de las cajas de regalo. —Éste es del Príncipe de Lucia-Serrat, una isla del océano índico —aseguró leyendo la nota que lo acompañaba antes de clavar los ojos en Krist. —Es muy guapo, viudo y con cuatro hijos. Necesita un esposo.

—Lo siento, pero yo no busco marido —le aclaró Krist.

—Ya lo buscarás. Aunque ahora que lo pienso creo que no te recomendaría a ninguno de mis hermanos. Después de todo, nuestro padre fue un poco playboy —aseguró Mild frunciendo el ceño. —Estuvo enamorado de tu madre, New. Y también quiso a las madres de Frank y de Chimmon, o eso me han contado al menos. Por supuesto, N'Singto también ha sido fiel a su manera.

[Terminado] El Secreto Del PrincipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora