Dejaron la escalera de piedra y la profesora McGonagall llamó a la puerta. Ésta se abrió silenciosamente y entraron. La profesora McGonagall les pidió que esperaran y los dejó solos.
Harry y Nixie se miraron nerviosos para explorar su alrededor. Era una sala circular, grande y hermosa, en la que se oía multitud de leves y curiosos sonidos. Sobre las mesas de patas largas y finísimas había chismes muy extraños que hacían ruiditos y echaban pequeñas bocanadas de humo. Las paredes aparecían cubiertas de retratos de antiguos directores, hombres y mujeres, que dormitaban encerrados en los marcos. Había también un gran escritorio con pies en forma de zarpas, y detrás de él, en un estante, un sombrero de mago ajado y roto: era el Sombrero Seleccionador.
Nixie sintió la presencia de la duda y volteo hacia Harry, el azabache miraba atentamente el Sombrero Seleccionador, para después fijarse a su alrededor, ninguno de los magos y brujas que había en las paredes, les prestaba atención.
—Yo no diré nada, así que adelante —le dijo y dio varios pasos hacia una percha dorada que se encontraba detrás de la puerta. Mientras admiraba el aspecto enfermo del pájaro, escucho parte de la conversación que Harry mantenía con el sombrero. Estiro la mano y suavemente la acerco a la cabeza del pájaro, y lentamente lo acarició, no pasaron diez segundos cuando sintió la presencia de Harry a su lado.
—Es hermoso —le comentó sin voltear a verlo.
Harry no tuvo la misma opinión, el pájaro tenía aspecto decrépito y se parecía a un pavo medio desplumado. Y mientras pensaba que lo peor que podría pasarles sería que el pájaro de Dumbledore se muriera mientras estaba con ellos a solas en el despacho, el pájaro comenzó a arder.
Harry profirió un grito de horror y retrocedió hasta el escritorio. Buscó por si hubiera cerca un vaso con agua, pero no vio ninguno. El pájaro, mientras tanto, se había convertido en una bola de fuego; emitió un fuerte chillido, y un instante después no quedaba de él más que un montoncito humeante de cenizas en el suelo. Nixie entonces aparto la mano del lugar donde había estado antes el animal.
La puerta del despacho se abrió. Entró Dumbledore, con aspecto sombrío.
—Profesor —dijo Harry nervioso—, su pájaro..., no pudimos hacer nada..., acaba de arder...
Para sorpresa de Harry, Dumbledore sonrió y Nixie soltó una carcajada.
—Ya era hora —dijo—. Hace días que tenía un aspecto horroroso. Yo le decía que se diera prisa.
Se rio de la cara atónita que ponía Harry.
—Fawkes es un fénix, Harry.
—Los fénix se prenden fuego cuando les llega el momento de morir, y luego renacen de sus cenizas. Mira... —explico Nixie señalando la percha. Un pollito diminuto y arrugado asomaba la cabeza por entre las cenizas. Era igual de feo que el antiguo.
—Es una pena que lo hayan tenido que ver el día en que ha ardido —dijo Dumbledore, sentándose detrás del escritorio—. La mayor parte del tiempo es realmente precioso, con sus plumas rojas y doradas. Fascinantes criaturas, los fénix. Pueden transportar cargas muy pesadas, sus lágrimas tienen poderes curativos y son mascotas muy fieles.
—Bueno sí, son hermosos, pero sigo diciendo que los dragones son mejores —comentó la rubia acercándose al escritorio.
Un segundo después, la puerta se abrió de improviso e irrumpió Hagrid en el despacho con expresión desesperada, el pasamontaña mal colocado sobre su pelo negro, y el gallo muerto sujeto aún en una mano.
—¡No fue Harry, profesor Dumbledore! —dijo Hagrid deprisa—. Yo hablaba con él segundos antes de que hallaran al muchacho, señor, él no tuvo tiempo y Nixie... Nixie no le haría daño a nadie, la vi pasar antes, tampoco hubiera podido dañar a alguien...
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Nixie y la cámara secreta
FanfictionCon nuevos cambios en su magia que le dificultan el control parcial de su cuerpo, Nixie debe volver a Hogwarts sin imaginarse que terminaría como sospechosa en una serie de ataques a muggles. El mundo de Harry Potter pertenece a J.K Rowling. Crédito...