Viaje en tren

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Cuando las cartas de Hogwarts llegaron, Nixie hizo lo posible por hacer que la llevaran al callejón Diagon, pero su abuela no quiso ni hablar del tema, lo único que le habían permitido había sido enviarle a Harry una tarjeta de felicitación por su cumpleaños, y hasta ahí, el resto de los días había estado entrenando.

Cuando Edmund y Volker volvieron de hacer las compras, Nixie los interceptó en la chimenea.

—¿Alguna noticia del mundo exterior? —preguntó de inmediato.

—Nos encontramos a los Malfoy —dijo Volker sentándose en el sillón —, como odio los polvos flu.

—Ese el único lado bueno de no haber ido con ustedes —dijo Nixie.

—Ni siquiera te dejaron salir —dijo Edmund sentándose junto a su padre.

—¿Compraron todo? —preguntó ignorando lo dicho por su hermano.

—Sí, aquí están todos tus libros —palmeo el bolsillo de padre.

—¿Y...?

—Sí, cariño, también tu regalo de cumpleaños —dijo Volker.

—¿Puedo ver?

—No —dijeron ambos.

—¿Por qué? —cuestionó cruzándose de brazos.

—Es una sorpresa —dijo Edmund.

—Lo que si puedes hacer es llevar tus cosas a tu habitación —dijo Volker sacando unas miniaturas del bolsillo, las toco con el dedo y se agrandaron —. Ten —se las extendió.

—Gracias, padre —dijo Nixie tomando sin esfuerzo alguno los libros y demás. Subió las escaleras y fue a su habitación.

>>Te apuesto lo que quieras a que es una escoba<< dijo Aine al llegar al cuarto piso.

>>Eso no puedes saberlo<< objetó la chica >>Además, no tienes algo para apostar<<

>>No me retes, niña, te sorprendería la mucha información que sé<<

>>Pues sea como sea, sé que no me la vas a compartir<<

>>Puede que ahora no, tal vez en un futuro<< dijo.

Nixie rodó los ojos y entro a su cuarto. Calabaza se acercó meneando la cola y se restregó en sus piernas. La chica tomo las cosas con una mano y acaricio al gato con la otra, se acercó al escritorio y dejo todo, tomo el primer libro y comenzó a leerlo. Paso la tarde encerrada y durante la noche recibió una visita.

—¡Hola, Nix! —saludo Kerstin, entrando por la ventana.

—¡Hola, tía! —respondió sin inmutarse, aquello era más común que otra cosa.

—¿Lista para el regreso a clases? —preguntó al ver los libros guardados en el baúl y varias perchas de ropa flotando por la habitación.

—No, en definitiva, no —dijo caminando entre las prendas mientras sostenía un par de zapatillas rosadas.

—¿Estas muy nerviosa? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

—Solo me preocupa todo esto —dijo señalándose así misma —, no quiero herir nadie.

—Y no lo harás, has practicado muy duro estas semanas —dijo tomando asiento en la cama.

—Espero que no —dijo tomando asiento a su lado.

—Sígueme, quiero darte algo —dijo caminando hasta la ventana, extendió sus alas y voló hasta la casa de campo. Nixie la imitó y al llegar fueron recibidas por Rest, una pequeña cría de dragón.

Nixie y la cámara secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora