Capítulo 7: [El Examen Final]

2.4K 147 31
                                    


La aldea entera se encontraba reunida en el Ruedo. Todos vitoreaban y hablaban felizmente entre ellos, ansiosos por el evento que se llevaría a cabo esa mañana: la pelea entre Hipo y el Pesadilla Monstruosa, la prueba final para que el chico se convirtiera en Vikingo.

Con la excepcional habilidad que el chico había demostrado aquellas últimas semanas, nadie tenía duda sobre quién sería el ganador del encuentro. Todos planeaban tener un banquete en el Gran Salón aquella noche y festejar hasta que la salida del sol anunciara un nuevo día.

La emoción y la expectación impregnaban el aire, casi nadie podía estarse quieto o en silencio.

Los aldeanos observaron la escena con interés. Todo parecía estar pintado bajo un nuevo pincel ahora que habían visto la historia desde otro punto de vista. Todavía no se mostraba una escena de Hipo en aquel día, pero aún así podían sentir sus nervios, la incertidumbre sobre los resultados de un plan que más tarde terminaría en desastre.

De entre todas las personas que estaban allí, Estoico era el que sentía un mayor rango de emociones. Estaba ansioso por ver a su hijo tomar su lugar en la tribu, de por fin verlo poner un pie en el camino correcto y de por fin dejar de tener que preocuparse por él. Aquel niño menudo y descuidado por fin se volvería un guerrero hábil, digno de algún día convertirse en el Jefe de la aldea.

Pero también estaba triste. El vacío que había dejado la partida de Valka era un poco más notorio ese día que de costumbre. A pesar de que muy probablemente ella no habría estado de acuerdo con celebrar la muerte de un dragón, él estaba seguro de que aún así ella habría apoyado a su hijo al ver que este por fin encontraba su lugar entre los suyos. Le hubiera gustado enorgullecerse de Hipo con ella a su lado.

Acompañado de aquel sentimiento agridulce, avanzó por la plataforma de piedra que lo hacía visible por encima de la multitud. Lo hizo con el corazón lleno de felicidad y orgullo, ya siendo capaz de saborear los días en los que su relación con su hijo por fin dejaría de tener esa atmósfera tensa que se había formado entre ellos estos últimos años.

—Bueno, otra vez puedo mostrar mi cara en público —bromeó, y los berkianos rieron con él. Alzó una mano pidiendo silencio, y prosiguió una vez la multitud se hubo calmado—. Si alguien me hubiera dicho que en unas pocas semanas Hipo iba a pasar de ser... bueno, de ser Hipo, a ser el primero en el entrenamiento de dragones, ¡lo hubiera atado a un mástil y lo hubiera echado al mar por temor a la demencia! —todos alzaron sus voces mostrando que estaban de acuerdo, consiguiendo que Estoico riera de nuevo—. ¡Sí, y lo saben! Pero aquí estamos, y nadie está más sorprendido... y más orgulloso que yo. Hoy, mi hijo se convierte en vikingo. ¡Hoy se convierte en uno de nosotros!

Hipo se encontraba en la entrada de la arena, oculto de la vista de todos aquellos espectadores en la parte de arriba.

Al escuchar a su padre decir lo orgulloso que estaba de él, el remordimiento recorrió su cuerpo provocando la sensación de que sus entrañas eran estrujadas y retorcidas con fuerza. Quería sonreír ante aquellas palabras que tanto había querido oír desde siempre, quería regocijarse en los gritos de ánimo que las personas le dirigían, pero el saber lo que iba a hacer una vez estando frente al dragón y las reacciones que eso provocaría no le permitía hacerlo.

Una parte de él quería salir corriendo, montarse en Chimuelo y decirle "¡Vámonos! Vuela lejos, muy lejos, a un lugar donde nadie pueda encontrarnos".

Pero, durante la noche, la chispa de una idea había surgido en su cabeza, transformándose en una llamarada que arrasó cualquier otro pensamiento para finalmente tomar la forma de un plan... desesperado. Suicida, incluso. Intentar llevarlo a cabo era casi tan estúpido como lanzar un hacha al aire, pararte debajo y esperar que no aterrizara en tu cabeza.

𝐕𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 "𝐂𝐨́𝐦𝐨 𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞𝐧𝐚𝐫 𝐚 𝐭𝐮 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨́𝐧"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora