08 - Ansiedad
Alicia se alejó bruscamente de Mateo provocando que éste la mire confundida.
—¿Qué pasa? —Preguntó Mateo.
Alicia trataba de mantener la calma y no tener ningún comportamiento anómalo, pero esa frase había provocado múltiples y distintos sentimientos dentro de ella.
—Ali. —Dijo Mateo pasando una mano por su mejilla y causando que se estremezca.
—¿Por qué me decís así? —Preguntó ella frunciendo el ceño.
—¿No te gusta? —Preguntó Mateo confundido.
Alicia suspiró confundida sin saber que decir o qué hacer.
Le daba miedo, le temía profundamente a amar, porque le parecía un vicio. No amar, sino las personas. Y Mateo parecía una persona a la que se estaba volviendo terriblemente adicta.
—Deberíamos dejarlo así. —Dijo ella mientras se acomodaba la camisa.
Mateo la miró estático sin saber que decir o qué pensar.
—¿Vos pensás que te estoy mintiendo? Porque si es así, yo te jur..
—Al contrario, Mateo. Pienso que es muy real. —Dijo haciendo que Mateo se confunda cada vez más.
—¿Y qué te molesta? No me digás que te molesta lo que siento. —Dijo él mirándola incrédulo.
—No es lo que sentís vos. Es lo que luego voy a sentir yo. —Dijo ella mientras se sentaba en el borde de la cama, dándole la espalda a Mateo.
Tomó aire mientras sentía que una irremediable crisis de ansiedad venía a consumirla, como una ola gigante a un surfista principiante.
Mateo guardó silencio y de esta misma forma, se sentó al lado de la pelinegra. Miró el suelo y segundos después la miró a ella.
Notó ahí las lágrimas que provenían de sus mejillas.
—Tengo miedo. —Musitó ella con voz temblorosa.
Mateo puso una mano sobre su hombro y la miró.
—¿A qué? —Cuestionó atento.
Alicia negó con la cabeza poco dispuesta a discutirlo y simplemente se levantó de la cama de Mateo. Caminó con rapidez a la puerta y enseguida éste la siguió y agarró su muñeca.
—¿Podemos hablarlo? —Preguntó Mateo mirándola, mientras su pecho subía y bajaba de forma rápida.
—No, Mateo. Solo quiero que te alejes antes de que lo hagas un tiempo después y ya te haya convertido en alguien indispensable para mi vida. —Dijo ella mientras su rostro adoptaba una expresión de angustia.
—Pero no todo es así.. —Dijo Mateo mirándola fijamente.
—¡Claro que sí! Y ese es el problema de los vicios. Que siempre querés más y más, y no hay problema mientras tengás eso que querés, pero cuando se termina.. —Dijo ella mientras liberaba una lágrima más. —El problema es que todo se acaba.
Mateo no dijo nada más, soltó la muñeca de ella y la dejó ir. Ambos se dejaron ir.
Él porque la amaba aún en tan poco tiempo y ella.. por miedo.
Bueno mi gente, bastante boludos estos dos, ¿no?