11 - Empujón
Mateo por otro lado venía subiendo por el ascensor. Necesitaba hablar con Alicia. Hoy había compartido un almuerzo con su madre y, ésta le había aconsejado diciéndole que luchara por esa chica.
Así lo iba a hacer.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Mateo caminó con rapidez hasta la puerta de Alicia y sin pensárselo dos veces tocó.
No hubo respuesta del otro lado, por lo que consideró que la chica aún no hubiera llegado a casa, pero cuando iba a tocar por segunda vez para corroborar su idea, la puerta se abrió dejando ver a un pibe de su edad.
Mateo se sorprendió porque definitivamente no se esperaba eso. Por un momento dudó de estar donde se debía pero obviamente estaba donde era.
Miró inevitablemente por un lado y frunció el ceño al ver que Alicia se encontraba dormida en su cama.
—¿Necesitás algo? —Preguntó Daniel confundido.
Mateo sintió como su estómago se revolvía de celos. ¿Quién mierda era ese pibe?
Daniel alzó una ceja y Mateo lo miró mal antes de negar con la cabeza y luego de darse la vuelta, entró a su casa un tanto molesto.
Era mentir decir que Daniel tampoco sintió celos, solo que no sabía si era porque era casi su hermanita, o por lo que alguna vez sintió por ella.
Igualmente dentro de él, sabía que ese era el chico del que le había hablado Alicia y, que debía hacer algo al respecto.
Así que cuando por fin Alicia se despertó, Daniel le dijo a ella que debían hablar y, cuando la tuvo enfrente de ella sentada y mirándolo atenta, se dispuso a decirle lo que debía.
—Te amo. —Dijo mirándola. —Sos mi mejor amiga.
—Sabés que te amo también. —Dijo Alicia tratando de no llorar.
Definitivamente se encontraba muy sensible.
—Te conozco como nadie, se todos tus miedos y sentimientos, tus comportamientos y pensamientos. —Dijo el a lo que ella asintió. —La única forma de que me perdieras es que un día muera, cosa que sabemos que va a pasar pero no cuando.. espero que no pase pronto, pero sea hoy, mañana o en tres años.. te va a doler mucho.
Alicia asintió bajando la mirada mientras las lágrimas comenzaban a correr por su rostro.
Daniel puso su mano en el mentón de su amiga y levantó su rostro.
—Y te va a doler muchísimo más el no haber decidido pasar los últimos días de tu vida o de la mía conmigo o con las personas que amas. —Dijo y ella mordió su labio tratando de no llorar más. —No me castigués. —Dijo sonriendo a lo que ésta también lo hizo, aún con lágrimas en sus rosadas mejillas. —Ni te castigués vos.
Quizá era eso lo que Alicia necesitaba, un empujón que la ayudara a seguir adelante. Eso necesitamos muchos de nosotros aveces.
—Y si enserio querés a ese chico y sentís que ese chico te ama y te valora, no lo alejés de vos. —Dijo por último Daniel.
Alicia asintió antes de abrazarlo.
Era justo lo que iba a hacer.
Aquí vamo'.